Soy muy tenaz y metódica para el trabajo. Había alemanes que me decían sólo podían trabajar conmigo. Eso me gustaba. También contacto con tanta gente interna o externa.
Si echo o no algo de menos después de haber salido del Museo… He necesitado un par de años de desconexión absoluta porque el Museo absorbe muchísimo y el trabajo es muy absorbente y de repente tienes que decir “se acabó, necesito vivir otra vida” y hay vida después del Prado, por supuesto.
Entré progresivamente y me fui igual de progresivamente porque aunque oficialmente me jubilé en 2012, seguí viniendo ya a mi conveniencia y a la conveniencia de los que trabajan conmigo para poder terminar el libro del Greco.
Nunca me gustaron las obras a medio hacer y habíamos empezado con El Greco y no quería dejarlo sin terminar. Pero he tenido una gran suerte en la vida, lo reconozco.
También he de decir que me lo he currado. Mi familia y el Museo, son las dos cosas que más me han marcado en la vida. Es imposible después de tantos años, en realidad son cuarenta años. No es posible que no te emociones. En esta desconexión progresiva que he hecho, ya vengo al Museo quitándome lo negativo. Soy una persona muy positiva y hasta en los peores momentos busco lo positivo, en una catástrofe busco lo positivo y lo que queda es lo bueno, eso es verdad.
Jefe del Gabinete de Documentación Técnica del Museo, conservadora del Cuerpo Facultativo de Museos. Ha trabajado en la Escuela de Restauración de Madrid y en el Laboratorio del Instituto de Conservación y Restauración. Ha participado en numerosas investigaciones y publicaciones.
Entrevista realizada el 20 de abril de 2018