Sopeña era una buena persona. Cuando estaba con él nunca decía nada. No hablábamos mucho. Eso sí, alguna vez fuimos a misa porque ofrecía misas a las ocho de la mañana cerca de la Plaza de Oriente, antes de venir al Museo. Después venía al Museo. Cuando llegó el padre Sopeña, creo que no estaba muy metido en el mundo de los museos, pero cogió a doña Manuela Mena, la nombró subdirectora y era la que se encargaba de todo. Pero él era una buena persona. Venía a verle frecuentemente Paloma O'Shea, que era la mujer de Emilio Botín, y su hija, porque el padre Sopeña debía ser buen músico. Había unas becas de música patrocinadas por el Banco Santander y el padre Sopeña era el que las organizaba. Venían mucho a verle.
Trabaja durante tres décadas como vigilante de sala dentro del Cuerpo Especial de Subalternos del Museo Nacional del Prado, y también como ordenanza de dirección.
Entrevista realizada el 04 de diciembre de 2017