Tuve cierta sensación de trabajo hecho. El gran reto que me encontré al llegar aquí era arrancar la Biblioteca y los Servicios Documentales del Museo. La biblioteca estaba ya instalada y funcionando en el Casón. Se habían hecho dos exposiciones importantes: "Biblioteca Artis", que se hizo en el año 2010, y luego "La biblioteca del Greco", en el año 2014. Las dos llevan la biblioteca al edificio Villanueva, llevan la biblioteca a los visitantes del Museo. Sentí que lo fundamental estaba ya hecho y surgió la oportunidad de trabajar en algo que me apetecía mucho, que es el gran tesoro bibliográfico del país, que es la sección de manuscritos incunables y raros de la Biblioteca Nacional de España. Era un nuevo reto y lo acepté. Cuando llegué al Museo me acuerdo que me dijo un compañero (el director de la biblioteca de la Universidad de Zaragoza), para ti llegar al Museo es como llegar al Valhalla. Un bibliotecario formado como historiador del arte, que logra arrancar la biblioteca del Museo del Prado. Sería como un sueño para cualquiera. Ahora vuelvo a una sección que está llena de obras de arte, pero en forma de libros ilustrados o de manuscritos medievales iluminados. Es decir, que siempre he logrado mantener las necesidades de mi puesto como bibliotecario, sin perder de vista mis aficiones y mis dedicaciones investigadoras como historiador del arte. La decisión de irte del Museo no es sencilla, he pasado unas cuantas noches durmiendo mal e interrogándome una y otra vez. Estaré haciendo lo que debo, estaré metiendo la pata. No, no es fácil abandonar el Museo, fue la frase que me dijo Miguel Zugaza cuando le dije que me iba a otra plaza en la Biblioteca Nacional. En el Museo del Prado es más fácil entrar, que salir. Y es verdad.
Ha trabajado en el Museo como Jefe del Área de Biblioteca, Documentación y Archivo, pasando después a trabajar en la Biblioteca Nacional de España como director del Departamento de Manuscritos e Incunables.
Entrevista realizada el 13 de diciembre de 2017