Hacer muchas exposiciones temporales tiene repercusión en nuestro trabajo. Las del Museo las montamos nosotros, y para las que se realizan fuera, debemos preparar las obras para enviarlas. Por lo que debemos desmontar algunas salas porque hay obras prestadas, pero al mismo tiempo hay que sustituirlas por otras que tiene el Museo en los almacenes. De un tiempo a esta parte, nosotros hacemos un pequeño plano, un pequeño croquis de cómo está montada la sala en cada momento. Entonces la experiencia de conocer al conservador ya te da una idea más aproximada de lo que le puede gustar, más o menos a qué altura habría que colgarlo, si hay que dispersar o concentrar los cuadros… Aunque uno puede imaginarse por qué obra la sustituiría, siempre eso queda en manos del conservador. Muchas veces ese croquis y la experiencia a lo largo de los años, ayuda a que la intervención en una sala sea un poco más rápida. Uno sabe que a las diez de la mañana, hora a la que se abre el Museo, tiene que tener la sala terminada y haber recogido las herramientas que se han utilizado y los cuadros que se han retirado.
Accede al Museo como vigilante de sala, aunque desarrolla la mayor parte de su trabajo dentro de la Brigada del Museo.
Entrevista realizada el 18 de junio de 2018