Me acogí a la jubilación parcial, ya que podía hacerlo al tener a mi hermana discapacitada. Me vino fenomenal. Empecé a venir menos tiempo y luego venía cada vez un poquito menos, un mes escaso, mes y medio, así durante cuatro años. A los 64 años me dijeron que si me quería jubilar del todo y yo dije que sí. Entonces nos fuimos, Jesús y yo, a la vez, porque él es tres años y pico más joven que yo. Entonces nos jubilamos a la vez los dos. En concreto el último día no lo recuerdo porque como venía poco, fue como si no me tocase venir y librase y ya está.
Del trabajo echamos de menos la pintura y venimos a las exposiciones temporales y periódicamente al Museo. Pero cuando tenga más tiempo vendremos más, por supuesto. El Museo es fundamental y es un placer venir, igual que ir a todas las exposiciones que hay ahora mismo en Madrid, que también las vemos. Cuando venimos al Museo lo primero que vemos son las exposiciones temporales y luego, si sobra tiempo, pues damos una vuelta por las nuevas adquisiciones o vamos a ver ‘este’ cuadro de Velázquez o vamos a ver ‘aquello’ en concreto. Pero, sobre todo, de momento, vemos las temporales.
Ha sido un placer estar todos estos años en el Prado. Seguiré viniendo hasta que me muera y me alegro muchísimo de haber trabajado aquí. En todos los sentidos. Ha sido para mí una fuente de conocimientos. Ha sido estupendo. También me alegro porque, gracias a poder trabajar los dos, ha sido una ayuda para la familia, para mis hijos, que han estudiado todo lo que han querido. Yo podía haber seguido en la enseñanza pero las circunstancias te cambian la vida. Ha sido así y me alegro que haya sido así. Ha estado muy bien y ha sido todo un placer.
Trabaja como vigilante de sala del Museo del Prado desde 1990 hasta 2013. Temporalmente trabaja también como informadora y taquillera.
Entrevista realizada el 23 de abril de 2018