Logré sacar adelante la tesis doctoral. Mis jueces fueron cuatro catedráticos de Historia del Arte (Diego Angulo, Xavier de Salas, José Manuel Pita Andrade y Alfonso Pérez Sánchez), todos profesores míos en distintas fases de mi vida, y un catedrático de Historia (Cepeda Adán). No me puedo quejar de la calificación, que fue la máxima. Y entonces pensé que ya podía descansar un poco, puesto que también tenía ya la cátedra de Geografía e Historia del Instituto de Enseñanza Media en Madrid. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando una especie de pequeño cónclave de mis antiguos maestros y mis jueces decidió que otra vez tenía que volver a hacer oposiciones! Yo les comenté que ya tenía unas oposiciones sacadas, que podía colaborar con el Museo del Prado como venía haciendo y que podía investigar, que podía seguir dando conferencias, pero que hacer unas nuevas oposiciones era una auténtica paliza, porque todas las oposiciones eran muy duras, y las de cátedra ya lo habían sido. Pero dijeron: “No, porque tenemos que crear aquí un departamento, el Prado tiene que tener departamentos, y usted es la persona indicada para ponerse al frente de uno de ellos”. Así que tuve que hacer oposiciones, que yo pensaba que serían oposiciones a pintura francesa, pero me dijeron: “No, hemos pensado que como también usted tiene conocimientos de otras escuelas, el departamento se va a llamar de pintura francesa, inglesa y alemana”. Y las oposiciones fueron por ese camino, con lo cual, en efecto, fueron una auténtica paliza.
Colaborador en el Museo del Prado desde 1969, gana la oposición a Conservador en 1980. En 1986 es nombrado Jefe del Departamento de Pintura Francesa, Inglesa y Alemana, y desde 2003 del de Pintura del Siglo XVIII.
Entrevista realizada el 11 de junio de 2018