Realmente la razón de que haya un arquitecto puede ser porque tenemos la posibilidad de tocar muchos más temas que un especialista. Aquí, la parte más sustancial la podría hacer un ingeniero industrial, lo que era Juan José Román en ese momento, por el tema de climatización, electricidad y todas estas cosas. Pero era una etapa de obras muy importante; entonces, en ese sentido y en aquel momento, un arquitecto era adecuado. Después las obras han seguido. Ahora mismo tenemos el Salón de Reinos; está todavía la Casa de los Águila rodando, que no sé qué pasará con ella… O sea, que un arquitecto digamos que toca muchos palos, muchos temas.
Joaquín Arteaga, mi segundo, decía: “Es que tú eres un arquitecto distinto, no eres un arquitecto ‘ad hoc’, no eres el típico arquitecto; eres un arquitecto distinto, sabes de más cosas”. Pues sería eso. Evidentemente, también es cierto que aquí, además de lo que traigas aprendido, aprendes mucho. Aprendes mucho de cosas de la parte ingenieril. Y en ese sentido, fueron importantes las ayudas de Juan José Román y de los responsables de las distintas áreas: Julio Martín Ortiz, Augusto Martínez Pozuelo, Antonio Carrasco (que no sé si lo habéis conocido, era un personaje muy famoso aquí). Pues todas estas personas también te enseñan muchísimo.
Arquitecto, trabaja en el Museo del Prado como jefe del Área de Obras y Mantenimiento desde 1994 hasta 2009, participando en grandes proyectos como las obras de remodelación de las cubiertas, la ampliación de Jerónimos o la reforma y ampliación del Casón del Buen Retiro.
Entrevista realizada el 09 de mayo de 2018