Yo estoy convencido y psicológicamente se ha estudiado mucho eso, y no hay tiempo de hablar ahora, de que las obras de arte te hablan. Entonces yo cuando pasaba dialogaba con algunas de ellas. Puede parecer un tema de locos.
A veces, cuando tenía que animarme, porque había sido un día duro, bajaba y escogía la planta baja, cruzaba por la sala de Rubens. No quiero decir que se debiera a un efecto carnal, pero al pasar por Las tres gracias de Rubens, sin querer te estabas dando idea de que el mundo era otra cosa aparte del calentamiento de cabeza que tú tenías. Y si estabas más animado, pasabas por la sala del Bosco, o por Velázquez para buscar más serenidad. Velázquez es increíble la serenidad que te da. Tendría que ser obligado ver las obras de Velázquez, sentados. Hay que ver lo que el pintor está queriendo decir en esa obra, que es mucho… el pintor está desnudándose delante de la obra y lo que quiere es que tú también te desnudes delante de la obra y eso es una relación muy profunda, muy difícil.
Algo tiene la obra de arte que después de 500 años desde que fue pintada, sigue emocionándonos. Eso es algo que se está exponiendo, te está tocando algo de ti. Pero igual que una obra de arte, una tragedia griega… Es decir, te siguen emocionando porque están tocando lo más íntimo de tu ser y la importancia de la obra de arte, la que no es frívola ni secundaria, es que te hace pensar; y hacer pensar cansa.
Director del Museo del Prado, aunque previamente había sido miembro del Patronato. Tras su cese, es nombrado Director Honorario. También dirige Museos como el de Bellas Artes de Valencia San Pío V, y el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, de la misma ciudad.
Entrevista realizada el 07 de junio de 2018