Condicionaba mucho la vida del Director porque tenía que atenderlos, recibirlos y explicarles el Museo, con un recorrido que te marcaban: “Director, tiene usted media hora”, “Director, tiene usted 20 minutos”. Cuando venía la reina [doña Sofía], siempre recuerdo que me decía: “Director, ¿hay alguna novedad?”. Ella es una persona que se fija, se fijaba mucho, y tenía un especial cariño al Museo del Prado y lo hacía muy bien.
Yo he dicho que las visitas oficiales desnudan al personaje, porque obligan durante una hora y media, tres cuartos, a compartir con ellos un momento en el que te das cuenta de su nivel cultural y de su interés por la cultura.
Anécdotas tengo algunas, voy a citar dos. Una: cuando vino el presidente de Italia, no había manera de sacarlo del Museo del Prado, se acercaban sus ayudantes a llamarlo y él pedía media hora más, volvía y se fijaba y estaba enloquecido con el Museo del Prado, Y sin embargo, en el punto contrario, cuando vino el presidente de China no le interesó ni se paró delante de ningún cuadro. Cuando viene un personaje importante se hace una especie de los que aquí llaman los periodistas un “corralito”, donde se acogen los medios de comunicación, sobre todo visuales, para hacer la foto oficial diríamos así. Yo decidí que el corralito fuera delante de los cuadros de Goya, del Dos y Tres de mayo. En el fondo yo pensé que si él hubiera tenido alguna sensibilidad hubiera pensado que eso tenía alguna relación con la matanza de Tiananmen que había pasado meses antes. No sé si lo pensó o no se le ocurrió, pero yo lo puse por eso. No tenía mayor importancia pero hice un guiño cultural inofensivo pero de alguna manera un poco mediático en ese sentido.
Director del Museo del Prado, aunque previamente había sido miembro del Patronato. Tras su cese, es nombrado Director Honorario. También dirige Museos como el de Bellas Artes de Valencia San Pío V, y el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, de la misma ciudad.
Entrevista realizada el 07 de junio de 2018