Me llamo Rafael Alonso. He trabajado en el Taller de restauración del Museo del Prado unos cuarenta años. Ya conocía el Museo cuando llegué porque lo había visitado muchas veces. Siempre me había interesado, desde que era estudiante de Bellas Artes. Primero estudié pintura y después restauración. En total fueron nueve años estudiando en la Facultad.
Lo que más me impresionaba era entrar a las ocho de la mañana con el Museo vacío y las señoras de la limpieza utilizando fregonas, que era como se limpiaba entonces el suelo de las salas, como en la rotonda de Carlos V. Por un lado, impresionaba esa soledad del Museo y, por otro, el estar solo delante de esas obras que las veías distantes e inalcanzables, pues eran una referencia total de la historia del arte. Y más cuando entrabas al taller y esas obras caían en tus manos. O sea, esas obras que tú admirabas como algo intocable, perfecto y maravilloso, ahora tú tenías la responsabilidad de intervenir sobre ellas para garantizar su conservación y recuperar su belleza.
Trabaja en el taller de Restauración del Museo del Prado, especializándose en la obra de El Greco. También ejerce de profesor de restauración en la Escuela Oficial de Artes Aplicadas de Madrid, y en 2010 recibe el Premio Nacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales.
Entrevista realizada el 19 de abril de 2018