Entré con Xavier de Salas en 1972. Él llegó en 1971, estuvo ocho años y así sucesivamente hasta diez directores que he conocido. Xavier de Salas fue el primer director que conocí y era una persona que se dedicó al arte pero en cuestión de personal no entró mucho. Luego vino Pita Andrade, que fue uno de los directores que quiso hacer algo, pero el país económicamente no iba bien y no pudo hacer mucho. Después de Pita Andrade vino Federico Sopeña, que influyó en el cambio del salón de actos. Como músico que era tendió a imponer su idea de que el salón de actos del Museo fuera un auditorio de música, más que de conferencias. Por eso después hubo que adaptarlo, porque la reverberación que se le había dado al salón de actos hacía que las palabras se perdieran durante las conferencias, había muchos problemas. Hubo una remodelación del salón de actos con el fin de adaptarlo para dar conferencias, y no conciertos. Luego apareció Alfonso Pérez Sánchez, que para nosotros no fue un mal director. Colaboró con el personal, pero la política tiene la culpa muchas veces y a él se lo llevó la política. De no haber sido así, posiblemente hubiera estado más tiempo. Después aparecieron otro tipo de personas que duraron muy poco tiempo, realmente no fue mucho el tiempo que estuvieron y no recuerdo que tuvieran contacto con el personal. Hasta que llegó Miguel Zugaza, quien yo creo, y vuelvo a repetir, que me parece el mejor director que ha pasado por el Museo del Prado, tanto para la institución como para los trabajadores.
Comienza trabajando en el Museo como ascensorista, y desde 1988 ejerce de electricista.
Entrevista realizada el 28 de noviembre de 2017