Te pones a escribir cualquier cosa, por ejemplo, tu memoria del Museo del Prado, y ya hay ahí una gran cantidad de censuras, no solamente —como la gente puede pensar— ético-políticas, sino de cómo lo expresas. Al final tú siempre dices que no lo has contado lo suficientemente bien. Sin embargo, en una conversación o en una comunicación no tan encorsetada, tu testimonio fluye de una manera mucho más espontánea, más rica, más matizada. Eso es algo que tiene a mi juicio una importancia extraordinaria. Es muy importante ver, no solamente lo que dice la gente sino cómo se expresa, cuál es su expresión, cómo se mueve, cómo es su cuerpo, cómo es su cara. Esas cosas son muy importantes porque comunican mucho sobre lo que se está diciendo y sobre su credibilidad. Una de las cosas terribles que tiene una amenaza más perentoria hoy, es precisamente la pérdida del testimonio oral.
Director del Museo del Prado desde 1993 hasta 1994, fue miembro fundador y patrono del Consejo de la Fundación Amigos Museo del Prado. Asimismo fue catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, comisario de varias exposiciones y crítico de arte.
Entrevista realizada el 04 de octubre de 2018