Yo vivía en la calle Noviciado, 18 y mi padre trabajaba en el Museo del Prado. Él estuvo de portero mayor y estuvo de viceconserje.
En la guerra mi padre estuvo ayudando a sacar las obras y los lingotes de oro. Nadie sabía de dónde venían pero los mandaban afuera y mi padre también los cargó en los camiones. Seguro que serían del Banco de España. Luego nos enviaron al norte de Francia a un sitio donde tenían las cuadras de la Primera Guerra Mundial. Allí, en un pajar, dormíamos y comíamos todos los días. Después nos vinimos para España y no tuvimos ningún problema para regresar. Tampoco mi padre.
Como Sotomayor ya le conocía, le colocó en el puesto que ocupaba antes, cobrando las entradas. Entonces a mi padre le denunció uno de sus compañeros y le juzgaron. Menos mal que se salvó porque mi abuelo había sufragado la carrera del juez. Y no le fusilaron porque estaba ese señor y conocía al padre y a la madre, a mi abuela y a mi abuelo.
Entra a trabajar en el Museo como carpintero y después de un breve periodo como vigilante de sala, se incorpora al taller de restauración realizando labores de carpintería, que era su especialidad. Su padre también trabajó en el Museo Nacional del Prado, y participó en la evacuación de las obras durante la Guerra Civil española.
Entrevista realizada el 11 de febrero de 2015