(Sevilla, h. 1635-Madrid, 1695). Pintor español. Se trata de un artista que ocupa un puesto singular dentro del mundo de la pintura de la época, pues, algo no muy frecuente en su tiempo, pertenecía a una familia de la más noble estirpe. Su padre fue almirante de la Armada española y él mismo ingresó en la orden de San Juan de Jerusalén en 1661. De este modo, se convirtió en un ejemplo vivo de la nobleza de la práctica de la pintura, una consideración liberal del arte que reclamaron con ahínco los pintores hispanos durante todo el siglo XVII. Su condición le libró de algunas de las ataduras a las que estaban obligados los pintores de oficio, convirtiéndose en una especie de aristocrático diletante que cogía los pinceles cuando se lo permitían sus actividades políticas. Su estancia en Malta al servicio de la orden le puso en contacto con el italiano Mattia Preti, de quien Palomino le hace discípulo. Núñez demostró su admiración hacia este maestro al realizar numerosas copias de sus composiciones, las cuales, según describía ya el citado Palomino, «no se distinguían de los originales». Sin embargo, debió de iniciarse en la pintura en Sevilla al lado de Murillo, a quien le unió una permanente amistad. Junto a él aparece ya en 1660 entre los fundadores de la Academia de Pintura de Sevilla. La filiación con el gran maestro sevillano se hace elocuente en uno de los géneros más transitados por éste: la representación de escenas populares con muchachos callejeros. Siguiendo el estilo de Murillo, Villavicencio supo plasmar en estas obras una personalidad propia, y realizó un cuidadoso estudio del natural «con extremada gracia y propiedad» (Palomino). Destacó, a la vez, como retratista, y es especialmente celebrada su imagen del arzobispo de Sevilla don Ambrosio Ignacio de Spínola, que se convirtió en grabado por obra de Richard Collin. En ella Villavicencio siguió la sugerente fórmula que contrastaba pintura y realidad, utilizada por Murillo en su autorretrato. La confusión con el documento de la catequización de Villavicencio, de 1644, que fue tomada erróneamente como su fecha de bautismo, ha llevado frecuentemente a datar incorrectamente su nacimiento. En el Prado se conservan dos lienzos de este artista: La Piedad con la Magdalena -adquirido en 1981- muestra su acercamiento al arte de Preti, siendo copia de un original del maestro italiano. Más interesante es Niños jugando a los dados, sin duda, el más célebre cuadro del autor, que quizá se trate de la obra que Palomino señala como regalo del artista al monarca Carlos II. En 1686 se inventaría en el Alcázar de Madrid para encontrarse sucesivamente, en 1703, en el palacio de la Zarzuela, y en 1772, en el Palacio Real.