Recuerdo “El Arte europeo en la corte de España de los Borbones durante el siglo XVIII” [1980], una exposición que fue itinerante: primero se hizo en Burdeos, en el Museo de Bellas Artes; luego se hizo en París, en el Grand Palais; y luego finalmente en el Prado.
Podría decir que desde el año 1980, en que se inauguró esa exposición del arte de corte en la España de los Borbones, ha habido un auténtico río de exposiciones muy peculiares, y algunas tan extrañas como una que se dedicó al arte nanban japonés, por un convenio con Japón. El arte nanban quiere decir el arte extranjero en Japón, pero eran obras japonesas que se habían hecho con influencia extranjera. Eran muy interesantes y fueron traídas excepcionalmente del Museo de Kobe. También algunas gestiones se hicieron y se trajeron piezas de Serbia, que todavía no era un estado independiente, puesto que era un convenio con Yugoslavia.
Y todo eso también conllevaba realizar ciclos de conferencias en los que yo participé muy activamente, hasta el punto de que, poco después de tomar posesión, se me encargó organizar las conferencias del Prado, fundamentalmente las que se hacían en sábados y domingos. Curiosamente, la inauguración de aquel salón de conferencias de 400 plazas la hice yo, porque había que dar una conferencia sobre Claudio de Lorena, relacionada con una exposición de la que yo había sido comisario que se llamaba “Claudio de Lorena y el ideal clásico de paisaje en el siglo XVII” [1984]. Una exposición que, francamente —no porque yo fuera el comisario—, fue preciosa.
Colaborador en el Museo del Prado desde 1969, gana la oposición a Conservador en 1980. En 1986 es nombrado Jefe del Departamento de Pintura Francesa, Inglesa y Alemana, y desde 2003 del de Pintura del Siglo XVIII.
Entrevista realizada el 11 de junio de 2018