Lo tengo que decir, en el Museo he tenido muchos dolores de cabeza, pero es un sitio donde lo he pasado bien porque éramos poca gente. Estábamos muy unidos, íbamos a desayunar juntos, independientemente de si eran conservadores o no. Íbamos a todas partes. Cuando llegué al Museo, el director era Xavier de Salas y Alfonso Pérez Sánchez era el subdirector. Luego estaban de conservadores [Manuel Jorge] Aragoneses y otra chica que pertenecía al Cuerpo Facultativo de Conservadores, que era Rosa Donoso [Guerrero]. Los dos eran conservadores oficiales, porque pertenecían al Cuerpo Facultativo de Conservadores del Ministerio. También estaba Matías Díaz Padrón, pero aún no tenía plaza fija cuando yo entré. Y después llegó también Manuela [Mena], que acabó sacando la plaza aunque al principio tampoco la tenía. Cuando yo llegué, Manuela no estaba aún en el Museo.
El primer despacho que tuvimos estaba ubicado en el edificio Villanueva. El primer sitio donde estuvimos ubicados en la puerta baja de Goya, donde ahora están expuestas las obras de Luis de Morales y otros pintores. Allí estaban los despachos; todos seguidos, uno detrás de otro. Al fondo estaba el de dirección y nosotros estábamos en la biblioteca, donde había una mesa grande en la que nos poníamos todos los que trabajábamos allí. Éramos varias personas, no muchas, con un bibliotecario que era un señor mayor llamado José María. Y allí era donde trabajábamos.
Se incorpora al Museo Nacional del Prado con un primer año de prácticas, para posteriormente realizar una revisión de los fondos de la colección permanente, lo que luego vendría a llamarse "Prado disperso". Se vincula al Servicio de Exposiciones Temporales y más tarde a la Colección Permanente donde se encarga de la remodelación de las salas y del control de los movimientos de las obras de arte.
Entrevista realizada el 28 de junio de 2018