Se ha aprendido mucho en la propia ampliación del Museo y en el Casón. El sistema constructivo que se utilizó para hacer los sótanos de la ampliación fue de arriba abajo, en lugar de abajo arriba. Normalmente empiezas por la cimentación y empiezas a subir. Allí no, allí se hicieron primero los forjados y después se excavó. Se hizo otro forjado y se siguió excavando. Y se hizo la cimentación después con pilotajes.
Al hacer la excavación de debajo del claustro y toda la instalación de la ampliación, pues había pánico por que la iglesia de los Jerónimos no sufriese. Entonces estuvo totalmente controlada durante todo el tiempo con sondas y sensores para que no se moviese un milímetro. No sé si habéis visto fotografías de la ampliación del Casón porque son dramáticas. Y ahí era lo mismo, se trabajaba en mina: hubo que suspender el edificio porque la cimentación era muy somera. Se metieron miles de pilotes ahí abajo para sujetar el edificio para poder excavar los sótanos.
Aquello fue un trabajo de ingeniería brutal. Se aprende de todas estas cosas; no son trabajos que te encuentres en la calle normalmente. Por eso digo que es una experiencia histórica personal, y una experiencia para el Museo y creo que para todos los que hemos vivido esta época, estos tiempos. Han sido unos momentos espléndidos.
Arquitecto, trabaja en el Museo del Prado como jefe del Área de Obras y Mantenimiento desde 1994 hasta 2009, participando en grandes proyectos como las obras de remodelación de las cubiertas, la ampliación de Jerónimos o la reforma y ampliación del Casón del Buen Retiro.
Entrevista realizada el 09 de mayo de 2018