Yo soy José María Luzón. Cuando vine al Museo estaba tranquilamente en mi cátedra de la Universidad Complutense. Vine, estuve dos años, de 1994 a 1996. Qué hice, pues lo que pude.
Nunca pensé que iba a ser, ni nunca aspiré a ser, Director del Museo del Prado. Había dimitido el anterior Director. El Subsecretario de entonces me llamó para pedirme algún nombre: “Tú que has estado en la Dirección General”. Le dije unos dos o tres nombres y dijo “Bueno, pues llama mañana a este número”, y me dio un número para que llamase, y me fui. Llamé a ese número, y quien me contestó fue la Ministra. La Ministra era Carmen Alborch, y el que me llamó primero fue el Subsecretario Linde. Yo no sabía que el número que me habían dado era de la ministra, y digo: “Pues bien, ministra, he estado pensando y tengo nombres que podrían hacer muy bien el papel de director del Museo”. Le digo uno y me contesta “No, ese va a ir al Reina Sofía”. Aunque luego no le nombró. “He pensado que seas tú”. “No, no. En absoluto”. “Que sí, que además el Patronato se reúne ahora y quiero dar tu nombre”. “Déjame por lo menos que lo piense”, le dije yo.
Entonces, no había móviles todavía, o por lo menos yo no tenía y estaba llamando desde una cabina de Atocha. Había metido 10 pesetas, se me acabaron y se cortó. Cuando llegué a mi casa, me encontré a la agencia EFE, a los periodistas, preguntándome qué condiciones le había puesto a la Ministra para ser director del Prado. Qué programa traía al Museo. No lo podía creer.
Así fui nombrado.
Catedrático de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Museo del Prado y del Museo Arqueológico Nacional, Director General de Bellas Artes y Archivos y académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Entrevista realizada el 13 de junio de 2018