Al ser tan pocas personas, estábamos muy involucrados en la vida del Museo, era nuestra casa. Si había que venir a la hora que fuera, hacías el esfuerzo que fuera necesario, todo el mundo estaba dispuesto a ello. Ha sido una buena época. Pero creo que en el Prado la gente se entrega mucho, y ahora también. Cualquiera de vosotros, la gente joven, tenéis ilusión, eso es lo normal. Lo bueno que tenía el Museo es que había una relación importante entre todas las personas que trabajábamos en conservación y en restauración. Nos ayudábamos mucho porque gracias a los conservadores conocíamos mucho mejor la situación de la obra, en qué momento se hizo, qué influencias tuvo, por qué se construyó. Nosotros dábamos nuestra visión más material, el cómo lo ha hecho. Y hemos ido creciendo juntos, por lo que es una labor de conjunto ya que nunca se hacen las cosas individualmente, sino que es el trabajo de un conjunto de personas: el gabinete técnico, todo el laboratorio, Carmen Garrido, Manuela Mena, etcétera. Todas las personas que estábamos ahí teníamos más o menos la misma edad, trabajábamos en el mismo momento. Todo esto hace que se acumule todo lo que va apareciendo. Hace que se sepa más de la obra de arte. Es una riqueza que hemos construido entre todos.
Se incorpora al Museo del Prado en un momento de reorganización del taller de Restauración, llegando a ser jefa del mismo de 2003 a 2007.
Entrevista realizada el 12 de diciembre de 2017