El conflicto principal era llamar la atención a los visitantes y que no se lo tomaran bien. Había personas a las que les molestaba tu llamada de atención, porque no estaban de acuerdo con tu criterio de que se habían acercado demasiado a la obra. Para ellos nunca era lo suficientemente cerca como para suponer un riesgo. Eso sí que suponía un conflicto, sobre todo emocional, porque a veces tú mismo tienes que fijar una barrera, entre hasta dónde puedes ser tolerante con la actitud de una persona y hasta dónde tienes que zanjarlo definitivamente.
Accede al Museo como vigilante de sala, aunque desarrolla la mayor parte de su trabajo dentro de la Brigada del Museo.
Entrevista realizada el 18 de junio de 2018