Sharaku, Tôshûsai
h.1770, h.1825Trabajó en Edo en 1794/95. La obra del xilógrafo Sharaku es tan genial como misteriosa y enigmática su vida, sobre la que apenas sabemos nada. Surgió de la oscuridad de la historia, trabajó sólo durante nueve meses, dejó 144 obras y volvió a desaparecer sin dejar huella. Quizá fuera un actor de NO perteneciente a la compañía privada de un señor feudal. Junto a algunas representaciones de luchadores, realizó casi exclusivamente retratos de actores del kabuki, retratos de medio cuerpo y escenas con una o dos figuras que fueron fomentadas y editadas por el editor de mayor éxito de la época, Tsutaya Juzaburo. Característicos de él son los okubi-e sobre un oscuro fondo brillante, a veces matizado, que presentan cabezas caricaturescas recordando vagamente a los trabajos de Shunsho y Toyokuni. La expresión de los rostros con muecas, que a menudo raya en lo grotesco, y el dramatismo insinuado con sobrios gestos, no sólo ponen de relieve el carácter de cada personaje, sino que también describen los rasgos individuales del actor. El intenso trazado de la línea y el uso acertado de los contrastes cromáticos, aprovechan todas las posibilidades técnicas de la cromoxilografía. Si con sus retratos hiperrealistas a menudo poco favorecedores, terminó por ganarse la desaprobación del público y el odio de los actores, no es más que una leyenda aunque podría explicar de forma plausible su repentina desaparición. Cierto es que el público japonés no estaba preparado para el realismo penetrante de Sharaku y su caricatura psicológica, revolucionarios para el ukiyo-e, de ahí que pudieran ser responsables de su cortísima carrera (Fahr-Becker, G. en: Grabados japoneses, p. 198).