25 de mayo de 2019
Alberto Giacometti en el Museo del Prado es un encuentro nuevo y apasionante a la vez. De hecho, sus esculturas que recorren las salas del Museo, ¿no evocan al propio artista, apasionado por el arte del pasado, que realizó numerosos bocetos a partir de obras de la antigüedad, de la Baja Edad Media, del Renacimiento y del Barroco? Giacometti fue al encuentro de los grandes maestros y los estudió para ampliar y acentuar su visión. Especialmente a partir de 1935, el elemento esencial para él fue siempre la presencia de la figura y el rostro humanos. Y esto es lo que más le une a los maestros del pasado: porque, como ellos, permaneció, en una época cada vez más abstracta, orientado hacia el estudio de lo que es la figura del hombre, su presencia, su existencia.
Pero Giacometti no sólo quiere mostrarnos cómo es el hombre. Vale la pena mostrarnos su propia percepción de lo que es éste: un ser que cambia constantemente mientras el artista lo mira. Las obras de Giacometti en la exposición son, por tanto, entre otras cosas, protocolos sublimes para la lectura del ser humano por parte del artista. Y es precisamente aquí donde Giacometti asocia un método completamente nuevo, una nueva visión, con el tema de los viejos maestros. Da forma al trabajo mismo del ojo, de la percepción. Esto es lo que nos puede enseñar en el Prado. Y después de esta lección, qué renovado placer descubrir a Van der Weyden, Durero, El Greco, Tiziano, Velázquez, Goya: aprendamos a su vez a comprender, frente a sus obras maestras, la obra de nuestra percepción....
Conferencia impartida por Philippe Büttner, Kunsthaus Zürich.
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