Ataúlfo
1858. Óleo sobre lienzo, 224,5 x 141,5 cmDepósito en otra institución
Inspirado por su inquietud intelectual y plenamente consolidado ya en la dirección del Museo del Prado, José de Madrazo emprendió desde el Real Museo de Pinturas una de las empresas artísticas más ambiciosas del panorama museístico europeo de su tiempo, que explica además algunas de las circunstancias más interesantes de la formación de las colecciones del Prado durante años. Madrazo proyectó crear como sección propia dentro del Prado una vasta iconoteca regia que recorriera toda la historia de la Monarquía hispana. En su propuesta quedó evidente la voluntad de recuperación del pasado histórico nacional vinculada con el propósito tradicional de la Corona de contar con representaciones icónicas de la sucesión genealógica de la Monarquía. El grueso fundamental de esta galería debía formarse con cuadros que el director debía elegir entre los que ya existían en los Palacios y Reales Sitios, pero se encargaban a pintores contemporáneos la ejecución de aquellos retratos de monarcas hispanos de que carecían las colecciones reales para completar sin vacíos cronológicos la secuencia sucesoria. Por este motivo, en una segunda fase de creación de esta galería se encargó a su nieto, Raimundo de Madrazo, la ejecución del primer retrato cabeza de toda la serie, el rey godo Ataúlfo, que pintó con tan solo diecisiete años Raimundo de Madrazo representa al rey visigodo con una indumentaria imaginada, como se creía en la época romántica que debían ir ataviados los personajes de su época. Está asomado a una balconada a la que da paso una columna con su base de dos molduras y, al fondo, se ve una arquitectura evocadora en la que se aprecia un arco de herradura semicircular.
Díez, José Luis, La pintura isabelina: arte y política, Real Academia de Historia, 2010, p.59-70