Autorretrato
1899. Óleo sobre lienzo, 49 x 38 cmNo expuesto
El artista se ha retratado a los 38 años de edad, de busto corto sobre un fondo neutro, en actitud ensimismada, concentrándose toda la expresión en sus melancólicos y cansados ojos claros, que se dejan ver a través de unos quevedos. Viste chaqueta gris y corbata ancha estampada en tonos azules.
Como otros muchos artistas de la época de la Restauración, Díaz Molina se dedicó fundamentalmente al retrato, recibiendo numerosos encargos de organismos oficiales, como el Ayuntamiento de Madrid, que le encomendó dar continuidad y completar su Galería de Retratos de Alcaldes. Entre 1898 y 1913 fue casi en exclusiva el proveedor del Ayuntamiento madrileño, llegando a pintar hasta 14 efigies de alcaldes de Madrid.
El artista se autorretrató en distintas ocasiones a lo largo de su vida, sirviéndole así su propio rostro como campo de experimentación en el arte del retrato, práctica muy común entre los pintores de finales del siglo XIX.
Lejos de los convencionalismos y rigidez que caracteriza a los retratos de tipo oficial, este profundo y sincero autorretrato, pone de relieve las innegables dotes del artista para este género, así como su capacidad para captar la psicología del retratado. Es obra de factura suelta y sobria, de una gran naturalidad, ejecutada por el pintor cuando se encontraba en la plenitud y madurez de su producción artística (Texto extractado de Salas, E. en: Artistas pintados. Retratos de pintores y escultores del siglo XIX en el Museo del Prado, Museo del Prado, 1997, p. 166).