Arqueta recubierta de camafeos
1630 - 1650. Ágata, Amatista, Carneola, Esmalte, Lapislázuli, Oro, Plata dorada, Sardónice, Seda, Terciopelo, Peridoto, 12,2 x 16,5 cmSala 079B
Arqueta de cuerpo rectangular y tapa de techo plano a cuatro aguas. Sobre una base de plata dorada se alza un armazón de oro, según consta en el inventario de Versalles de 1689, con perfiles esmaltados de blanco. Toda su superficie está cubierta de terciopelo, con el vello actualmente muy perdido, sobre el que hay 113 apliques de camafeos y piedras lisas biseladas o en cabujón, enmarcados por cresterías de festones y espinas esmaltadas en blanco con toques negros y ocasionalmente en verde o rojo. Las charnelas de apertura de la tapa se adornan con motivos de hojas picudas esmaltadas de blanco. Similar motivo aparece en las cuatro bolitas de latón dorado que sustentan la caja. Está forrado en el interior de seda color rosa palo.
Las hojas visibles en las charnelas del cofrecillo siguen modelos derivados de los diseños de Baltasar Lemercier, en su edición de 1626 o la de 1647, en la que aparecen propuestas formadas por hojas de cuerpo abultado, anchas, al lado de otras picudas e hileras de granos. También se parecen, como señaló Arbeteta, a los grabados del Liure de Feuilles D´Orfeurerie de Gedeón L´Egaré editado en París entre 1635-1645. Estas hojas, esmaltadas de blanco con alguna pinta negra, aparecen también en las monturas de varios vasos del Prado y quizás sea el O9 el más próximo al presente. Estas características tan concretas de las charnelas lo sitúan en el entorno de la escuela de París.
Por otra parte, las guarniciones de esta arqueta con camafeos y de la Salvilla de pie alto de heliotropo (O11), ambas en esmalte blanco y vírgulas y puntos negros, presentan motivos similares a los de la Jarra de ágata del Louvre (inv. OA 40), obra de Jean Vangrol, pero la sencillez de la decoración y la falta de rasgos distintivos dentro de la moda general no permite concluir que todas estas piezas sean obra de un mismo autor (Arbeteta, L., “Otras miradas sobre el Tesoro del Delfín: revisión y nuevas propuestas de procedencias y autorías”, en Boletín del Museo del Prado, 37, 55-57, 2019-21, 2021, p. 44).
Entre los camafeos, se destacan: Al frente (planos trapezoidal y rectangular de la parte delantera de la arqueta), además de las cabecitas infantiles de amatista, el busto de un emperador romano con corona de laurel y una Gorgona sobre el manto que cruza el pecho, al que en 1776 se identificaba con Adriano; otro de Alejandro Magno; y un gran ejemplar con el retrato de Francisco I en traje de corte. El de una mujer con cinta en el cabello podría ser romano. En la trasera, un camafeo de ágata que representa el ave fénix, resurgiendo de sus cenizas a la luz del sol, posible emblema o divisa, es similar a otro de la Biblioteca Nacional de París con distinta interpretación. En el lateral izquierdo, además de las habituales escenas mitológicas que recubren el cofre, cabe señalar un retrato de san Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, con su característico perfil. En el lateral derecho, dos grandes camafeos, uno con cabeza femenina, cuyo cabello cae en melena rizada y otro que Gennaioli considera antiguo y rarísimo y que identifica como Isis amamantando a Horus. En el techo de la tapa ocupa su centro otro gran camafeo de ágata, que según Angulo sería el mejor de todo el Tesoro y representa a una mujer mirando a la derecha, con el peinado minuciosamente realizado y una corona de laurel.
Puede verse el estado de la obra en el siglo XIX a través de la fotografía de Juan Laurent y Minier, "Coffret en bois divers à base rectangulaire et couvercle à pans, garni de camées et pierres gravées et enchassées sur velours noir, XVIe siècle, règne de François 1er", hacia 1879, Museo del Prado, HF0835/5.
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.