El castaño
Hacia 1918. Óleo sobre lienzo, 50 x 72 cm. No expuestoEn esta obra se produce una conjugación entre la identidad del Realismo y ápices del Romanticismo. Por un lado, el tema es real. Una pastora con ovejas pasa al lado de un castaño, acción que no tiene por qué tener nada de simbólico o de alegórico. Se limita a representar una actividad humana en el seno de una naturaleza algo domesticada. Pero, por otro, la luz anaranjada de la puesta de sol que cubre el cuadro le da una nota lírica y pintoresca, de herencia romántica y, la composición y factura están excesivamente cuidadas para estar pintado frente al natural. Así, una línea de tierra muy baja queda contrarrestada por las fuertes verticales de dos castaños que llenan con sus hojas, dibujadas con auténtica precisión botánica, la mayor parte de la superficie del lienzo. Un verdadero alarde de técnica pictórica, con su excelente simplificación y selección de tonos y colores organizados de un modo coherente, que heredarán los impresionistas pero de la que renegarán para volverse contra una tradición de buena pintura académica abriendo las puertas del siglo XX. (Texto extractado de Magariños, A.: Las Raíces de todas las cosas: Exposición con Motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, 1989, Ministerio de Obras Públicas, 1989, p. 90)