El jubileo de la Porciúncula
1601 - 1603. Óleo sobre lienzo, 200 x 147 cmSala 005
San Francisco es uno de los santos cristianos que más devociones ha incitado. Nacido en el año 1182, decidió entregarse a la religión después de una juventud disipada y fue seguido por un gran número de discípulos a los que congregó en una pequeña ermita, la Porciúncula, levantada al pie de las colinas de Asís. Allí pasaría buena parte de su vida y allí moriría en 1226. De hecho, fue en la Porciúncula donde ocurrió el milagro con el que tradicionalmente se ha relacionado esta pintura. Ese milagro está inspirado en la leyenda de la vida de san Benito, y sus orígenes se remontan al siglo XIV, aunque realmente fue explotado sólo durante y después de la Contrarreforma católica, cuando la iconografía tradicional que mostraba a Francisco como un santo en armonía con el mundo se transformó en una iconografía que lo presentaba como un asceta y recalcaba los episodios visionarios de su vida o su inclinación a los sacrificios de la penitencia. En ese episodio, Francisco, acuciado por el pecado capital de la lujuria, decidió rodar encima de unas zarzas para sustituir sus apetitos carnales por el dolor que le producían las espinas clavadas en su cuerpo; según la leyenda, de las gotas de sangre que cayeron de su cuerpo al suelo brotaron unas rosas rojas que ofreció como exvoto en la Porciúncula. Después, solicitó a Inocencio III indulgencia plenaria o jubilar para todos aquellos que acudieran en peregrinación a la ermita.
En esta pintura Francisco observa arrobado la aparición de Cristo, la Virgen, san Juan Bautista y una cohorte de ángeles; habitualmente se ha interpretado que el santo ruega por la intercesión divina para conseguir la indulgencia para quienes visiten la ermita, aunque no aparecen algunos elementos iconográficos habituales en la iconografía del llamado Jubileo de la Porciúncula, como las rosas o la representación del momento en el que Francisco se tumba sobre las zarzas. Además, la escena está ambientada en un exterior nocturno y no en el interior de la ermita, como había sido, y seguiría siendo después, lo más usual. Por otro lado, la pintura se ha relacionado con un dibujo del artista conservado en el Musée du Louvre (inv. 7707) en el que los gestos del santo son más exagerados, pues abre los brazos en lugar de cerrarlos sobre el pecho, mientras Cristo señala hacia el cielo y no hacia el santo. En ese sentido, y teniendo en cuenta que, en comparación con el dibujo, la pintura invita a replicar la actitud piadosa y concentrada de Francisco ante la aparición, es probable que Ludovico representara una visión de las muchas que el santo tuvo y que acabarían justificando su canonización en el año 1228 más que el Jubileo de la Porciúncula.
En todo caso, además de ser un ejemplo de la influencia que Rafael, Correggio y la pintura veneciana ejercieron sobre Ludovico, Agostino y Annibale Carracci, la obra del Prado es un paradigma del equilibrio clásico que domina la composición y que se conjuga con la tendencia naturalista que caracterizó a los Carracci y que predicaron en la Accademia dei Desiderosi, llamada a partir de 1590 Accademia degli Incamminati. Esta institución tuvo una crucial importancia, pues inauguró la vertiente clasicista de la pintura barroca al otorgar libertad al artista en el redescubrimiento de lo que ellos llamaban il vero naturale.
Esta pintura estuvo atribuida a Agostino Carracci hasta que A. Pérez Sánchez la identificó asignada a Ludovico en el inventario de las pinturas que Carlos IV tenía en la Casita del Príncipe en El Escorial (1848, núm. 205). Quizá fuera adquirida por él mismo en Italia cuando aún era todavía Príncipe de Asturias. En origen pudo ser encargada para decorar una capilla del palacio Zambeccari en Bolonia poco después de las bodas entre Luigi Zambeccari y Pantasilea Bentivoglio.
Una copia a escala reducida y sobre cobre, fechable hacia 1640, se conserva en la Galleria Spada de Roma (no179), procedente de la colección del cardenal Bernardino Spada (Información actualizada por el Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 el 22/10/202).
Riello, José, Ludovico Carracci 'The ecstasy of Saint Francis'. En: Italian masterpieces from Spain's royal court, Museo del Prado, National Gallery of Victoria Thames & Hudson, 2014, p.96