Entierro del pastor Crisóstomo
1862. Óleo sobre lienzo, 134 x 170 cmDepósito en otra institución
Esta escena del Quijote marca el inicio de la presentación de García "Hispaleto" a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes con temas de origen literario, a los que dedicará buena parte de su producción artística y en la que la obra cumbre de Cervantes será significativamente su mejor y más dominante fuente de inspiración.
En el catálogo de la Exposición Nacional de 1862, se reproduce literalmente el pasaje del capítulo XIV de la primera parte del Quijote, escogido por el artista en su cuadro: "Y queriendo leer otro papel de los que había reservado del fuego, lo estorbó una maravillosa visión (que tal parecía ella) que improvisadamente se le presentó a los ojos, y fue que por cima de la peña donde se cavaba la sepultura, pareció la pastora Marcela tan hermosa que pasaba a su fama su hermosura". Hay que retrotraerse sin embargo hasta el capítulo XII para comprender la escena narrativa: Don Quijote y Sancho, hospedados en casa de unos cabreros, reciben la noticia de la muerte de Crisóstomo, causada por el amor no correspondido a la bellísima pastora Marcela. Acuden al entierro, que se efectúa de forma pagana, sin ceremonia religiosa, ya que es de suponer -aunque Cervantes no lo expone explícitamente- un suicidio, y preparan la sepultura en el campo, al pie de una peña; allí se recitan unos doloridos versos atribuidos al difunto, y en ese momento comparece repentinamente Marcela para defenderse de la crueldad con que se le acusaba y justifica su libertad y su derecho a no acceder al amor de Crisóstomo, de quien ella no estaba ni quería estar enamorada, para gozar siempre de su propia vida en libertad y soledad, afirmando que el amor debe ser voluntario y no forzoso.
Centrada la composición en la figura del difunto, el resto de los personajes se estructuran en grupos simétricos a ambos lados, dispuestos en un eje triangular centrado en la figura de Marcela, algo desvanecida como si de una ensoñación o aparición se tratase, en medio de un paisaje muy convencional. Hay que resaltar el verismo en el tratamiento individual de los personajes que componen la escena; los pastores ataviados a la usanza tradicional con pieles y coronados de laurel, las figuras de Sancho y Don Quijote, en cuya armadura se refleja la luz natural arrancando destellos al metal, el caballero elegantemente vestido como tal, o la figura del pastor que en semipenumbra descansa apoyado en su cayado con el perro a su lado. Contemplados todos en un plano inferior muy cercano al espectador, contribuyen así a subrayar la inmediatez realista con que están resueltos, en contraposición a la sublimación de un ideal de libertad absoluta preconizado por Cervantes y entendido muy bien por "Hispaleto" en la figura de Marcela, al presentarla en un plano superior idealizado.
A pesar de que en esta exposición abundó el tema histórico y tuvo que competir con pintores de la talla de Casado, Vera, Castellanos, Rosales o Muñoz Degrain, "Hispaleto" consiguió una honrosa tercera medalla.
El mundo literario en la pintura del siglo XIX del Museo del, Madrid, Centro Nacional de Exposiciones y Promoción Artística, 1994, p.136