La ninfa Eurídice mordida por la víbora
1865. Mármol, 88 x 107 cm. Sala 062BUn importante número de escultores que desarrollaron con éxito su carrera en España en el siglo XIX lo hicieron tras una etapa formativa como pensionados en Roma, donde se imbuyeron de las tendencias del momento. Destacado ejemplo es el de Medina, cuya formación italiana fue definitiva a la hora de desarrollar su trabajo como escultor. La obra que posee el Prado es la ejecutada en mármol a partir del yeso que realizó en su cuarto año de pensionado en Roma en 1836. Firmada y fechada.
La escultura, representaba a la bella ninfa Eurídice, esposa del poeta y músico divino Orfeo, quien, durante un paseo, al intentar escapar de Aristeo, que había quedado prendado de su belleza, fue mordida por una serpiente que le provocó la muerte. Estéticamente sigue el estilo clasicista en la formalidad de la figura, su serenidad, la perfecta factura y dominio técnico, y se considera una de las obras más importantes de su autor. Su semblante presenta una expresión que no refleja el dolor del momento, y casi parece que juega con la serpiente, más que sufrir su mordedura. La relación entre la producción de Lorenzo Bartolini (1777-1850) y la de Medina es muy evidente, lo que junto con la cercanía al escultor Giuseppe Tenerani, del que fue discípulo, centran su producción en su etapa romana. Es indudable su inspiración en la obra de Bartolini Ninfa mordida por un escorpión, realizada antes de 1837 por encargo del príncipe Charles de Beauveau, que fue expuesta en el Salon de París de 1844, y cuyo yeso se conserva en la Gipsoteca Bartolini de la Academia de Florencia, y la obra definitiva en el Louvre junto con otras versiones. La obra de Bartolini resulta menos idealizada, pues refleja el dolor en el rostro de manera más evidente, aunque siempre de forma muy sutil, y, partiendo de una idealización formal, plasma su interpretación de la belleza (Texto extractado de Azcue, L. en: El siglo XIX en el Prado, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 404-407).