La Paz y sus frutos
Siglo XVIII. Marfil, 13 x 37 cm. No expuestoEl centro de la composición lo ocupa la personificación de la Paz, en la figura de una matrona vestida a la clásica; sedente, sobre un trono situado en lo alto de un podio, sostiene en su mano izquierda una rama de olivo; ciñe su cabeza con una corona de laurel; ocupa el punto más alto de un línea anisocefálica que corrobora su papel principal en la composición. Frente a ella, en un plano ligeramente inferior, se aprecia otra figura femenina que podría identificarse como Ceres, la diosa clásica de la Abundancia, quien sostiene y ofrece al fuego de un pebetero los frutos de la prosperidad, a modo de sacrificio, en honor de los hados propicios. En el primer término de la composición se disponen los "spolia" o trofeos de guerra, a los pies de un niño que sostiene una antorcha invertida, con la posible intención de hacer arder los despojos de la Guerra. A los pies de la figura que encarna a la Paz se ve a una figura infantil que sostiene en su mano un compás, para efectuar mediciones sobre un globo (no se distingue si terráqueo o celeste); lo rodean otros símbolos propios de la Ciencia o la Cultura, como son una brújula, una escuadra, libros, planos, un caduceo (símbolo de la Medicina y de lo hipocrático), una lira y lo que podrían ser partituras musicales. Más allá, se ven tres personajes femeninos con los sígnos parlantes de las tres Artes Mayores: la Escultura, junto a un torso escultórico, más destacada, que señala a sus compañeras la acción de la Paz; después, la Pintura, que sostiene su paleta y pinceles; junto a ellas, la Arquitectura, con el cartabón y el compás de su ejercicio. En el termino más al fondo se disponen, por un lado, entre las dos figuras principales, dos personajes femeninos que aluden a la Abundancia y los frutos de la Paz, uno sosteniendo un cesto repleto de flores y frutas y la otra un mástil que en su parte superior exhibe dos cornucopias o cuernos de la abundancia atadas, a modo de estandarte. Tras la figura de Ceres, se ve, en un fondo se carácter pictorialista, acentuado por su escasísimo relieve, la silueta del templo clásico de la Paz, identificable por lucir en su tímpano un medallón con la efigie del dios Jano bifronte; las puertas del templo permanecen cerradas, como sucedía en la antigua Roma durante los periodos de paz; ante el edificio se desarrolla un escena de danza, protagonizada por tres figuras femeninas que sostienen guirnaldas de flores (quizá identificables como las Gracias) y un erote o amorcillo alado, que baila a su son. En el intercolumnio de orden jónico se aprecia otro grupo de figuras femeninas que presencian la danza, a la que una de ellas parece acompañar a la lira, identificándose quizá como coreutas o más improbablemente como las Musas.