Margarita de Austria, reina de España
Principio del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 61 x 49 cmDepósito en otra institución
Bartolomé González prolongó los usos del retrato de corte del siglo XVI durante el reinado de Felipe III y Margarita de Austria, aunque a través de una pincelada prieta, un colorido frio y una iluminación potente que le diferencian de la producción de su principal maestro, Juan Pantoja de la Cruz (h. 1553-1608). La reina aparece ricamente vestida con saya de ormesí plateado, bordada de pardo y aderezada con tradicional botonadura, diadema, y collar doble de perlas. De todas las joyas merece destacar el collar de garganta cuyo elemento central es conocido como el "joyel rico", que se convirtió en una de las alhajas dinásticas más importantes durante siglos. Está formado por un gran diamante acerado, el "Estanque", de cuyo engarce pende la perla "Peregrina".
Esta proyección de imagen de riqueza no fue exclusiva de la realeza. La confusión entre estamentos, derivada del abuso suntuario, fue uno de los motivos para promulgar leyes pragmáticas contra el lujo en la indumentaria a principios del siglo XVII. La más conocida fue la Reformación de 1623, recién iniciado el reinado de Felipe IV, pero ya durante el reinado del Felipe III se dictaron las primeras normas en este sentido. Sin embargo, la reina Margarita murió antes de que empezasen a promulgarse dichas normativas. Así la retratística española refleja aún una riqueza paralela a la del resto de Europa, hasta que en el reinado de Felipe IV vaya diferenciándose por la tendencia a la austeridad. La indumentaria contribuye a la representación de la Majestad, como cualidad distintiva de los monarcas, que no es sólo pictórica, sino que es plasmación de la realidad. Este hieratismo mayestático se contrapone a la vileza de lo cotidiano y a ello contribuyen elementos del vestido como la cotilla (corsé con su busc, o varilla central ballenas y demás rellenos), de jubones fornidos, del verdugado (que otorga a la saya una forma rígida) y de la gorguera, principalmente. También mediante el uso de las telas opulentas de gran cuerpo, de tisú o de lama metálicas, terciopelos grabados, brocado, etc., y por la riqueza inherente de peizas de joyería, exenta (diadema, pendientes, cadena, justillo, relicario, anillos)…, o como guarniciones aplicadas sobre las telas (botonaduras). (J.R.S-P.L, en La Moda Española en el Siglo de Oro, 2015, p. 200.)