Modelo del sepulcro de Colón en la catedral de Sevilla
1891. Cera, Madera, Papel, Estaño, Alambre, 110 x 113 cmSala 075
Por Real Orden de 26 de febrero de 1891 se convocó un concurso para erigir dos monumentos en La Habana: un sepulcro que albergase los restos del descubridor en el crucero de la catedral, y un monumento conmemorativo del IV centenario para ubicar en el Parque Central de la capital cubana. Las bases de ambos concursos aparecieron en la Gaceta y fueron recogidas y publicadas en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de 1891. Cinco meses después Arturo Mélida ganó el concurso para la construcción del sepulcro de Cristóbal Colón. La obra definitiva no se inauguró en octubre de 1892, como establecía la R.O., sino casi cinco años después, y en 1898 se tomó la decisión de trasladarlo desde La Habana a Sevilla (https://www.catedraldesevilla.es/la-catedral/patrimonio/escultura/).
El modelo en cera del sepulcro colombino, que se halla en las colecciones del Museo Nacional del Prado, tiene algunas leves variaciones de la obra definitiva, y se acompañaba de una breve pero interesante memoria, incluida por Ortiz Pradas como apéndice documental en su Tesis doctoral (en prensa). En la memoria y más claramente en el modelo, se advierte el efecto cromático buscado por Mélida y la mezcla de diferentes materiales. La Real Academia valoró la policromía del conjunto, pero discrepó en la parte más original y novedosa, en palabras de Ortiz Pradas, en la idea de paso fúnebre, aunque la Comisión informó que las observaciones quedaban superadas por la “originalidad, la bizarría, el buen gusto de composición, unidos al primor, la propiedad y el profundo estudio de los detalles”.
El arquitecto optó por modelos borgoñones más realistas, dramáticos y más dinámicos, frente a la quietud de los sepulcros con figuras recostadas o dormidas, que eran los que la Comisión académica tenía en mente. El propio Mélida hacía hincapié en las dos primeras figuras y de ellas señalaba que “merece especial mención el trofeo naval que ostenta Castilla, para consignar que a ella pertenecía el puerto de donde partió la expedición, y el recuerdo del nombre de la nao capitana. León sostiene el símbolo de la Reconquista que empezó en Covadonga y concluyó en Granada”.
El monumento consta de un plinto decorado con grilletes, laurel y palma, motivos que no llegaron a realizarse después en la obra definitiva de mármol. Como describe Pérez Suescun, sobre el plinto, cuatro heraldos representando los cuatro reinos que entonces formaban la monarquía española, sustentando el féretro destinado a guardar los restos de Colón. El de Castilla sujeta en la mano derecha un remo y el de León empuña una lanza rematada en cruz. La lanza, que se clava sobre una granada a los pies del heraldo, colocada hacia abajo, es una alusión al último reino musulmán recuperado por los Reyes Católicos. En la parte inferior de las andas, el modelo de cera lleva representado un ancla sosteniendo el escudo del Almirante, acompañado de la inscripción “A Castilla y León Nuevo Mundo dio Colón” y de otra en la que constaba que allí yacían los restos de Colón. En el traslado a España, el tablero de las andas se rompió y se rehízo, sustituyendo la inscripción por otra aludiendo al traslado desde La Habana, y cambiando también el escudo de Colón que aparece en el modelo de cera, por el escudo de los Reyes Católicos.
(Textos extractados de Pérez Suescun, Fernando, “El sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla”, en: V Centenario de la muerte del Almirante, Valladolid, 2006, pp. 363-378 y Ortiz Pradas, Daniel, Arturo Mélida y San Juan de los Reyes: eclecticismo y medievalismo, Universidad Complutense de Madrid, 2010, Tesis Doctoral inédita, capitulo IV. 3.1: “El Sepulcro de Cristóbal Colón”, pp. 425-450, en prensa).