Retrato de dama, ¿Margarita de Cardona?
1590 - 1600. Óleo sobre lienzo, 63 x 56 cmDepósito en otra institución
La retratada, con varias sortijas y un collar de perlas, sujeta en la mano izquierda un monóculo o anteojo monocular provisto de manilla. Este ejemplar es de mayor nobleza de lo habitual, por la lujosa montura que lo engarza para sostenerlo en la mano. Estos instrumentos eran usados para corregir defectos de visión, especialmente presbicia, y eran de uso mayoritariamente femenino. La utilización de lentes monoculares es contemporánea a la de los anteojos binoculares. Ambos tipos de lentes evolucionaron paralelamente. Cuando cuentan con manija para ser sostenidos en la mano, se conocen popularmente como impertinentes (Fernández Navarro y Capel del Águila, 2012: 117-118).
Esta pintura, relacionada con el ejemplar conservado en la colección Rosenbach (Philadelphia, inv. 1954.0630.047), podría ser el retrato de Margarita de Cardona (h. 1535-1609). Margarita era hija de Antonio de Cardona y María de Requesens, quienes en 1551 formaban parte del cortejo que acompañaba a María de Austria hasta Viena tras su enlace con su primo Maximiliano II. Sus padres fueron nombrados mayordomo y camarera mayores de María de Austria, y Margarita estuvo a su servicio como dama hasta su boda en 1555 con el barón Adam de Dietrichstein, mayordomo mayor de Maximiliano II. Se produjo así la unión de las dos familias que ocuparon los puestos más importantes en las casas de los futuros emperadores. Margarita no salió de palacio tras casarse y sirvió como dueña de honor, mientras que en Dietrichstein recayó, en 1560, el oficio de caballerizo mayor de María de Austria. Su servicio y lealtad a Maximiliano II y María de Austria fueron recompensados con el nombramiento del barón como embajador imperial en España y ayo y mayordomo mayor de los archiduques Rodolfo II y Ernesto, que llegaron en 1564 a la corte de su tío Felipe II para educarse. Margarita y sus hijos acompañaron a Dietrichstein en España y, gracias a su privilegiada posición, vivieron en el círculo más cercano e íntimo de la familia real. Tras la muerte de la reina Isabel de Valois en 1568 desempeñaron un papel fundamental: el barón se ocupó de las negociaciones matrimoniales del rey con su sobrina Ana de Austria y Margarita participó en la configuración de la casa de la nueva reina. Felipe II recompensó su servicio con importantes mercedes, entre las que destaca la aceptación de tres de sus hijas como damas: María (h. 1554-1600) e Hipólita (1564-1595) sirvieron a Ana de Austria, mientras que Ana (h. 1558-d. 1631) fue nombrada dama de Juana de Austria -a quien también servía su tía Ana de Cardona como dueña de honor- y, tras la muerte de la princesa de Portugal, se incorporó al servicio de la reina. Cuando los barones regresaron a la corte imperial en 1573 dejaron a sus hijas en Madrid, quienes, a través de su correspondencia, se convirtieron en agentes, informadoras e intermediarias entre ambas cortes.
Cruz Medina, Vanessa de, Damas de Palacio y retratística en la corte de Felipe II: retratos de los Austrias y de 'dama desconocida' en el Museo del Prado. Boletín del Museo del Prado., 2019-2021, p.69-84 [83 f.14]