San Sebastián
1798 - 1802. Óleo sobre lienzo, 101 x 78,8 cmSala 063
San Sebastián procede del periodo que el artista pasó en París (1798-1802) y fue pintado con toda seguridad en el taller de David, ya que la figura del santo está sacada de un modelo del natural cuya identidad se conoce. Este joven trabajaba en dicho taller y fue utilizado también por Jean-Auguste-Dominique Ingres en sus estudios de academia, con el que Schick coincidió antes de su establecimiento en Roma. San Sebastián es una pintura que supone un alarde técnico por su elevado grado de terminación. En la figura del santo se pone de manifiesto el influjo del arte italiano del siglo XVII, especialmente de Guido Reni, pero interpretado con la sensualidad propia del Neoclasicismo alemán, que se evidencia en la expresión del rostro que trasluce los sentimientos del modelo y que es lo que distingue a Schick de David. En la posición de la figura se reflejan varias obras clave conservadas en París, como los Esclavos de Miguel Ángel en el Musée du Louvre, de los que el artista eligió para su modelo al natural el contrapposto con el brazo elevado del Esclavo moribundo, así como el brazo que se apoya a la espalda a la altura de la cadera en la figura de complicada torsión de su compañero, el Esclavo rebelde. Así, el santo trasluce tanto su lucha contra el martirio como la superación de la muerte (Texto extractado de Maurer, G. en: Memoria de Actividades 2015, Museo Nacional del Prado, 2016, p. 76)