Taza de heliotropo con turquesas y rubíes
Siglo XVII. Heliotropo, Oro, Rubí, Turquesa. Sala 079BVaso tallado en un único bloque de heliotropo. Su cuerpo, de boca aovada y perfil acampanado, muy abierto, asienta sobre un ruedo menor. La decoración consiste en un diseño de líneas paralelas al borde y pie, en las que se insertan cuatro grandes medallones, todo en oro embutido, según la técnica kundan. Los medallones están realizados con engastes florales unidos por tallos y hojas, en los que se alterna el colorido rojo de los rubíes con el azul de las turquesas. Se trata de una labor otomana o india, de hacia 1600, con ejemplos relativamente frecuentes en las principales colecciones de la época, pues estos objetos de gusto oriental fueron muy valorados. Piezas similares se conservan en el Castillo de Wawel en Cracovia, en el Museo del Louvre o en el Castillo de Rosenborg en Dinamarca. Hacía juego con un perfumador (no 60 inventario Real Gabinete de Historia Natural de 1776-no 5 catálogo de Arbeteta), desaparecido en 1918. Arbeteta señaló que se incrementó la tasación de esta obra dentro de la colección del Delfín, pasando de 50 a 80 ducados, según una anotación marginal en el inventario de Versalles de 1689, lo que indica que la valoración de los objetos exóticos estaba a la alza (Arbeteta tiene presentado un texto sobre la revisión de la catalogación para su publicación).
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.