Zacarías
Hacia 1510. Grisalla, Óleo sobre tabla de madera de roble, 123 x 45 cm. Sala 057ALa tabla, pintada por los dos lados, presenta en el anverso a Zacarías, marido de santa Isabel y padre de san Juan Bautista. El sacerdote viste una túnica adornada con pieles y un cinturón del que cuelga una espada corta de inspiración oriental. En la obra se aprecian dos motivos secundarios que son recurrentes en la producción de Provost: por un lado, las joyas que adornan los tocados y vestidos, en este caso el particular sombrero que cubre la cabeza del santo; y por otro, el jardín de probable simbología virginal (hortus conclusus) en el que incluye especies diversas y diferentes recursos de cultivo, como el uso de cintas de tela que orientan el crecimiento de los tallos. En el reverso, pintado en grisalla, aparece san Bernardino de Siena en un nicho, portando en una mano un libro y en la otra la tablilla de madera con la forma de la hostia eucarística que utilizaba en sus predicaciones. Este modelo fisonómico y el diseño de la zona inferior del nicho también fueron empleados por Provost en una de las puertas del Altar de san Antonio de Padua del Museo de Bellas Artes de Bélgica.
La pintura de Zacarías era la puerta exterior derecha de un políptico dedicado a la genealogía de la Virgen que fue regalado a Felipe II por don Francisco Zapata Cisneros, conde de Barajas. Debió de ser colocado en la sacristía del desaparecido Alcázar de Madrid, donde en 1600 lo describe el pintor Juan Pantoja de la Cruz en el Inventario Real de los bienes de Felipe II. En la actualidad sólo se conservan dos de las cinco tablas que constituían el conjunto, la obra del Prado, y otra parcialmente mutilada en el Museo del Louvre que representa a Santa Emerencia en el anverso y a Santa Clara de Asís en grisalla en el reverso. Es muy probable que el corte del panel de ésta estuviera motivado por su estado de conservación, ya que la altura a la que ha sido seccionada la tabla del Louvre coincide con una gran pérdida de pintura horizontal en la imagen de san Bernardino del Prado. También se ha relacionado con este políptico un fragmento que representa a santa Ana conservado en el Landesmuseum de Münster. Gracias al Inventario de los bienes de Felipe II se sabe que las medidas del políptico abierto eran aproximadamente de cinco metros; es posible, por tanto, que su gran tamaño dificultara su exhibición y éste fuera el motivo de su desmembramiento.
La tabla de Zacarías está constituida por dos paneles verticales de madera de roble de 0,8 cm de grosor unidos a arista viva. La superficie pintada ocupa un espacio menor al del soporte, por lo que este último queda a la vista en todo el perímetro, excepto en el lateral izquierdo que ha sido cortado, aunque sin llegar a afectar a la capa pictórica. La existencia de una rebaba de pintura por los cuatro lados indica que en el momento de la creación se encontraba encastrada en el marco de la estructura del políptico al que pertenecía.
El estudio con reflectografía infrarroja permite apreciar que el dibujo está realizado con una técnica al seco, posiblemente lápiz negro, que se intuye a simple vista en varias partes del cuadro. Los trazos presentan diferentes grosores e intensidades que dependen de la inclinación del instrumento y la fuerza con la que fue oprimido contra la superficie. Es sabido que, al igual que los de Memling, los dibujos subyacentes de la primera época de Jan Provost están ejecutados en su mayoría con un medio húmedo aplicado con pincel, mientras que las obras tardías que han sido estudiadas, como el Último Juicio de Brujas, están ejecutadas con una técnica al seco similar a la observada en esta obra. Los trazos con los que el artista esboza la escena son rápidos y sueltos, con formas generalmente redondeadas en las figuras y los objetos, mientras que en el diseño de la arquitectura son rectos y continuos. Las sombras son definidas ya en la fase de dibujo, siendo el recurso más habitual para detallarlas el uso de rayas paralelas y entrecruzadas.
Jan Provost realiza modificaciones al aplicar la capa pictórica para adecuar la perspectiva en la arquitectura del techo y la columna, y para ajustar la ubicación y los tamaños de diferentes partes, como la joya del sombrero y los zapatos. También detalla elementos que aparentemente no están definidos en el dibujo, como el jardín, y elimina otros que no pasan del mero diseño, como la tirantez de la tela en las zonas del botón y del cinturón. En el paisaje del fondo la línea del horizonte estaba más alta y la arboleda era más frondosa; al eliminar árboles y edificios y ampliar el cielo abierto, aporta una mayor profundidad a la composición. De todos los cambios introducidos por Provost quizás el más significativo sea el realizado en la zona inferior, donde sustituye en pintura la vegetación dibujada por un suelo de tarima de madera, transformando la forma circular sobre la que apoyaba el pie del santo en un escalón. Los trazos largos y curvos empleados por el artista para definir esta vegetación, más tarde desechada, son similares a los observados en las nubes de El último Juicio de Detroit (ca. 1525, The Detroit Institute of Arts).
Museo Nacional del Prado, El trazo oculto: dibujos subyacentes en pinturas de los siglos XV y XVI, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2006, p.114-123, n. 5