Rodajes ha habido aquí continuamente y seguirá habiendo. Pero vamos, para mí el que más impresión me ha dado siempre, por lo menos de los que yo he coincidido, es uno de Pilar Miró, en el que participó el Rey. Muy normal, cenaba con nosotros. Ellos tenían comida allí y me pareció un tío estupendo.
Cuando se hizo aquella exposición tan famosa de Velázquez, en la que salvo siete cuadros que nos prestaron, todos los demás eran del Prado, la gente venía en masa. Vaya tela. Aquella fue una exposición a la que creo que se le dio mucha propaganda. El venir de los cuadros, el helicóptero, la policía… Parecía que venía el presidente de Estados Unidos. Marcó mucho a la gente. Se abría el Museo y no éramos capaces de cerrar por las noches. Colas de chavales estudiantes que cogían sitio y lo vendían. Por la mañana había quien vendía churros, chocolate. Eso lo veíamos nosotros. “Ya está ahí el de los churros”. Te pasabas ahí la noche y había noches desagradables. Aquello fue un espectáculo. La última noche estuve yo de guardia. Aquella noche pensábamos que no éramos capaces de cerrar ni a las 12 horas de la noche. Desde las 19 horas ampliando el horario y lo tuvimos difícil para cerrar. Se cerraría a las 23 horas y media, o las 23:45 horas. No he visto una exposición como esa. Y las ha habido, pero como esa ninguna. ¿Por qué? No lo sé. Porque en realidad la mayor parte de la obra de Velázquez está aquí. Había cuadros importantes, pero había gente que no sabía si eran obras de aquí o eran de fuera. Fue un espectáculo de gente viniendo en autocares que yo nunca lo he visto. Es curioso lo que es la vida.
Ha trabajado en el Museo del Prado dentro del servicio de vigilancia nocturna durante más de tres décadas.
Entrevista realizada el 05 de diciembre de 2017