En los territorios de la actual Colombia, los metales como el oro y la plata, eran conocidos, explotados y trabajados por las distintas comunidades indígenas. La elaboración de objetos utilitarios y ceremoniales entre los que se encontraban pectorales, diademas, joyas y figuras de ofrenda, a los cuales en múltiples oportunidades se les adosaban piedras preciosas como las esmeraldas, dan cuenta de que la orfebrería indígena fue de excelente calidad y evidencia el conocimiento de variadas técnicas de fundición, soldadura y aleaciones, así como el uso del repujado, el martillado y el vaciado de metal a la cera perdida. El empleo de estos metales preciosos estaba relacionado con las prácticas religiosas de las comunidades indígenas, las cuales llamaron la atención de los conquistadores españoles desde el momento del encuentro.
Si bien los indígenas contaban con una importante tradición orfebre, como dan cuenta las espléndidas piezas que se han conservado hasta hoy y que evidencian la calidad del trabajo de los pueblos prehispánicos que habitaron los territorios de la actual Colombia, se sabe que fueron aislados del trabajo con piedras preciosas y metales de valor desde el inicio de la colonización española en el Nuevo Reino de Granada. El control sobre la mano de obra indígena fue riguroso; sin embargo, en regiones como la actual Bolivia, fue más laxo y se conocen algunos nombres de plateros de origen indígena.
La Conquista de América estuvo incentivada desde el inicio por la búsqueda de metales preciosos y por el ideal de adquirir prestancia y poder. En el Nuevo Reino de Granada se encontraron importantes yacimientos mineros que empezaron a ser explotados desde el siglo XVI. La Corona española, consciente desde el principio de la abundancia de metales preciosos en América, decretó diversas leyes y creó instituciones para su control. En 1504 impuso el pago del quinto real, impuesto que era recaudado por las cajas reales y que consistía en la entrega del 20 % del oro y la plata hallado. Si bien existía esta norma, muchas veces no se cumplía, y quien hallaba oro y plata, por lo general, no quintaba el metal para no ver reducida su ganancia. Gran cantidad de metal salió de la Nueva Granada con destino a España: oro extraído de las minas de Antioquia, Chocó y Cauca o hallado en ríos e incluso convertido en lingotes provenientes de la fundición de piezas orfebres realizadas por los indígenas.
Otras instituciones fundamentales para el control del metal en el nuevo continente fueron las Casas de Moneda, que tenían como función principal la acuñación de monedas de oro y plata. La Casa de Moneda de Santafé, por ejemplo, fue fundada en 1621 y, gracias a los importantes hallazgos auríferos de la región antioqueña, fue la primera en América en acuñar monedas de oro. La Corona española trató de controlar también el manejo de los metales a través del gremio de los plateros. Cuando eran hallados yacimientos de oro, plata y piedras preciosas, se corría la noticia con rapidez y así, procedentes de tierras españolas y portuguesas, llegaron al nuevo continente muchos artesanos expertos en el trabajo con metales. En corto tiempo se conformó el gremio de los plateros en tierras americanas, se fundaron talleres con maestros, oficiales y aprendices y realizaron infinidad de piezas que mezclaban las tendencias estilísticas españolas y americanas.
Aunque se conoce la gran calidad del trabajo orfebre de las comunidades indígenas prehispánicas que poblaron nuestro territorio, es poco probable que trabajaran como obradores dentro de los talleres de los plateros pues incluso había prohibiciones para contratar mano de obra indígena, a pesar de que participaran como mano de obra en la extracción del oro en minas y ríos. Tal vez laboraban como aprendices, realizando los trabajos más bajos, pero no en el papel principal de maestro del taller.