Armas y pertrechos de caza
Hacia 1700. Óleo sobre lienzo, 73 x 96 cmNo expuesto
El cuadro, que ostenta una curiosa firma apócrifa en letras de gran tamaño, en el ángulo inferior izquierdo del lienzo, fue atribuido a Victoria por Pérez Sánchez (1983) estimando la procedencia valenciana de la pieza y la celebridad que adquirió este hombre de iglesia -era canónigo- llevando a cabo obras similares; no obstante, la adscripción suscita dudas, aun cuando existan pinturas parecidas en otras colecciones, lo que a la larga puede dar lugar a un replanteamiento de la cuestión. No en vano hay concomitancias entre la presente pintura y las de otros maestros que no pertenecen a las escuela española, como Jacobos Biltius (1633-1681). También Cavestany se interesó por este lienzo y pensó que su autor era Juan Bautista Martínez del Mazo (1605-1667) sin ningún fundamento.
El fondo escogido por el autor es blanco, o más bien de una tonalidad levemente marfileña, figurando una pared, con una pequeña oquedad que parece resultado de un impacto, de la que penden diversos objetos merced al empleo de escarpias y clavos. La idea aparente es conseguir un brillante efecto de trampantojo, puesto que no sólo hay que valorar la precisión de las calidades conseguidas en la reproducción de cada motivo, sino también el modo en que estos proyectan su sombra, lo que induce aún más a admirar el efectismo del conjunto. Se advierten un reloj dorado de bolsillo, con su consiguiente cinta; un cuchillo de monte dentro de su funda; dos polvorines portátiles -uno para llevar en bandolera y otro colgando de una estrecha banda bicolor- y dos pistolas diferentes. Según manifiesta Orihuela (1995), la que campea en el centro de la composición es de pedernal y llave española de patilla con posible procedencia de la fábrica de Ripoll, que produjo modelos habituales en los siglos XVII y XVIII; la que se sitúa a la izquierda es de llave a la francesa y recuerda los modelos que se generalizaron a partir de 1700 en adelante.
Los diferentes elementos puestos en juego destacan sobre el fondo claro, lo que al tiempo facilita la sensación de volumen. En conjunto hay una tendencia a la monocromía puesto que los objetos se resuelven mediante una corta gama de tonalidades marrones y ocres; el dorado y el azul del reloj son incidentales, así como el gris oscuro para las sombras.
La pintura de trampantojo fue muy común en los siglos XVII y XVIII en España, aunque más en el segundo. Su origen supuesto es flamenco y holandés, destacándose los cultivadores de estos asuntos por su sorprendente habilidad; no obstante también existen casos en la escuela francesa. De hecho, muchos autores europeos se dedicaron a este género de ficciones imitando la realidad en forma de engaño a los sentidos (Texto extractado de Luna, J. J.: El bodegón español en el Prado. De Van der Hamen a Goya, Museo Nacional del Prado, 2008, p. 112).