Autorretrato
1866. Óleo sobre lienzo, 36 x 28 cm. Depósito en otra instituciónEn este autorretrato de Casanova Ruiz el propósito del artista no es legar su imagen objetiva y perenne a la posteridad, como era frecuente, sino reflejarse en un instante denso y profundo. La pipa humeante habla de ese carácter de instantaneidad. La original perspectiva que el artista establece ante su propia imagen abordándola no directamente de frente sino desde un punto bajo y ladeada hacia la izquierda le permite resaltar el sombreado de las ojeras, las arrugas del entrecejo que transmiten un estado de intensa preocupación por la oscuridad en la que quedan sus ojos. La larga melena confiere cierto aspecto bohemio al personaje.
Lorenzo Casanova, que tras sus estancias madrileña y romana terminó asentándose en Alicante donde se rodeó de un numeroso alumnado, ofrece en este autorretrato una imagen que parece algo displicente y distanciada; el espectador se sitúa en una posición baja, justo allí donde se encuentra el espejo en el que el pintor se mira para captar su imagen desde un ángulo más insólito y deformante, que le confiere a este autorretrato una cierta excentricidad a la vez que una decidida voluntad de realismo. Una inscripción de Jadraque al dorso del cuadro indica que el pintor se autorretrató directamente mirándose al espejo, buscando pues la captación de una instantánea, de un estado de ánimo circunstancial. Casanova opta por una iconografía inusual entre los autorretratos que conocemos de artistas españoles y que irremediablemente recuerda, a pesar de todas sus diferencias, al famoso gesto de Courbet en Bonjour monsieur Courbet, que se autorretrató con una pose más altiva y rebuscada que la de Casanova (Texto extractado de Pérez Rojas, J. en: Artistas pintados. Retratos de pintores y escultores del siglo XIX en el Museo del Prado, Museo del Prado, 1997, p. 110).