Cristo, Varón de Dolores
1566. Óleo sobre tabla, 60,5 x 44 cmSala 052C
Esta tabla formó parte, lo mismo que la de La Virgen del huso (P07864), del altar de Santa Ana de la catedral de Badajoz, encargado por el entonces obispo Juan de Ribera (1532-1611). En realidad es una reducción a tamaño de medio cuerpo del cuadro del mismo título del Minneapolis Institute of Arts. Representa a Cristo, quien, después de ser azotado, coronado de espinas y revestido con un manto azul que deja ver parte de su musculoso torso desnudo, sentado sobre un bloque de piedra apenas visible al fondo a la derecha, parece meditar sobre su suerte, adoptando la postura correspondiente a esta situación de melancolía, es decir, apoyando la cabeza, ligeramente inclinada, sobre la mano izquierda, cuyo brazo está apoyado sobre el otro, doblado en horizontal a la altura del codo y cuya mano cae inerte hacia abajo. El fondo totalmente oscuro sobre el que se proyecta la monumental figura nos hace ver que no se trata de una escena narrativa, pues el pintor prescinde conscientemente de las coordenadas de tiempo y espacio para configurar una imagen de devoción que excite en el espectador sentimientos empáticos de compunción y arrepentimiento, tanto más cuanto que la figura está colocada muy en primer plano, invadiendo casi el de aquel. El cuadro se encuentra en excelente estado de conservación, como la Virgen arriba mencionada procedente de la misma Colección Peña Castillo.
La fuente bíblica del tema hay que buscarla, más que en la narración de los evangelistas del paso de la coronación de espinas, en el profeta Isaías, que dedica un pequeño poema al Siervo de Yahvé, en el que describe al Mesías como Varón de Dolores, despreciado, abandonado de los hombres y familiarizado con el sufrimiento (Is 53, 3), texto usado desde antiguo en la gran liturgia del Viernes Santo. Los referentes gráficos que seguramente Morales tuvo en cuenta fueron dos grabados de Alberto Durero (1471-1528:) el célebre titulado Melancolía, de 1524, para la postura de cabeza, manos y brazos; y el que sirve de frontispicio a la Pasión pequeña, de 1510, donde Cristo, solo, sentado sobre una losa de piedra, desnudo, con el manto arrebujado en torno a las caderas, aparece en actitud meditativa apoyando la cabeza, coronada de espinas, en la mano del brazo derecho y cruzando el izquierdo sobre las rodillas. La inscripción latina que lleva debajo bien pudo leerla Morales, pues explica muy bien el significado más profundo de su cuadro: Oh causa de tantos dolores para mí, el Justo, oh cruel causa de la cruz y de la muerte mías, oh hombre, si te hubiera bastado el haberme conducido a este paso una sola vez, cesarías de atormentarme con nuevas culpas (Texto extractado de Rodríguez G. de Ceballos, A. en: El Divino Morales, Museo Nacional del Prado, 2015, p. 118).