Ecce Homo
1560 - 1570. Óleo sobre tabla, 73 x 50,5 cm. Depósito en otra instituciónJesucristo está representado de medio cuerpo, coronado de espinas, con el rostro demacrado, boca entreabierta, pómulos huesudos, ojos acuosos y la mirada levantada en actitud de entrega a la voluntad celestial. Los cabellos, barba, bigote y pestañas son de color claro, tirando a castaño, y tienen un tratamiento minucioso. También con detalle están realizadas las lágrimas y las gotas de sangre. Estas últimas resbalan hacia abajo, comenzando por el rostro, pasando por el cuello y acabando en el pecho; sangre que sale debido a la penetración de las espinas en la piel de su frente y por los azotes infligidos durante la flagelación. El tono pálido de su cuerpo contrasta con la coloración rojiza del manto, echado sobre sus hombros y abrochado con un botón. Sus manos están entrelazadas y atadas por una cuerda, mientras con la izquierda sostiene la caña que le hace de cetro, formando una pose un poco forzada.
Iconográficamente, se trata de una imagen lastimosa de un rey carnavalesco, una burla de su condición real, con corona y cetro incluidos. Estas imágenes del Ecce Homo, con todos los atributos canónicos, se inspiran en el episodio en que Jesucristo es condenado a muerte ante la multitud en el Pretorio. Según el evangelista Juan (Jn 19, 5:) Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto púrpura. Y Pilatos les dijo: ¡He aquí el hombre! (resumido con el latinismo Ecce Homo). En este caso aparece sin acompañamiento, ni de Pilatos ni de otros posibles personajes, porque la mirada se centra en el protagonista de la acción, el Salvador coronado de espinas o Varón de Dolores. Para esta escena, se toma al evangelista Mateo (Mt 27, 28-29:) y desnudándole, lo cubrieron con un manto de escarlata, y le pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha.
La tipología del Ecce Homo deriva de la obra Cristo escarnecido de Giampietrino (h. 1495-1540) conservada en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán, de donde toma la pose de los hombros, el giro de la cabeza y el juego de las manos. Morales realizó y se le atribuyen gran cantidad de Ecce Homo. Al margen de la tabla que protagoniza la ficha, se conocen otros dos ejemplares con el brazo derecho al descubierto y con una de las palmas levantadas: uno de la Colección Katz de Inglaterra y otro que se subastó en Sotheby’s el 8 de diciembre de 2011. Existen otros tres, muy conocidos, con una palma de la mano levantada pero con el brazo izquierdo al descubierto: el de la Academia de San Fernando en Madrid, otro subastado en Sotheby’s el 9 de diciembre de 2004 y el de la Hispanic Society of America de Nueva York. En el caso de este último podría existir un calco invertido de por medio, ya que no existen tantos Ecce Homo que tengan las mismas características. También es destacable el gesto que realiza con los ojos, entornados hacia arriba, acción que repite en obras como los San Esteban del Museo de Bellas Artes de Asturias y del Museo del Prado (P7117) el San Jerónimo en el desierto de la National Gallery of Ireland o el San Francisco de Asís de la Colección Masaveu en Oviedo.
Los Ecce Homo y las Dolorosas de Morales tuvieron gran aceptación, prueba de ello son las múltiples versiones que se conocen, ya sean del propio artista, de su taller o copias. Las obras procedentes del palacio del Pardo son autógrafas del maestro y nunca se han puesto en duda. Claramente forman un conjunto, pero otra cosa distinta es considerarlas un díptico, ya que en las tablas no hay rastro de bisagras. Se trata de obras de factura soberbia que transmiten el drama con elegancia y hablan directamente al corazón de los fieles sobre las angustias y torturas sufridas por los personajes. Están pintadas con colores fríos (grises, blancos azulados, azules profundos, carmesíes pálidos) sobre un fondo negro y liso, hecho que, junto con la expresividad de los personajes, comunica un patetismo de gran carga emocional, saliendo de la normalidad para entrar en la experiencia mística (Texto extractado de Yeguas Gassó, J. en: El Divino Morales, Museo Nacional del Prado, 2015, pp. 133-136).