La Virgen de los Dolores
1560 - 1570. Óleo sobre tabla, 73 x 50,5 cm. Depósito en otra instituciónLa Virgen María, ligeramente girada hacia la derecha, está con las manos entrelazadas en actitud de imploración, mirada perdida y ojos bañados en lágrimas; viste un manto verde azulado, vestido violeta y toca blanca. La iconografía de la Virgen de los Dolores o Dolorosa no figura en los evangelios, es una creación que surge a partir de la exaltación del patetismo al final de la Edad Media. No obstante, el episodio sería siempre posterior a la muerte de Cristo, ya sea con su Hijo en la cruz, después del Descendimiento (con el cuerpo sobre su regazo), o con el dolor que sufre una madre en la soledad. En este caso se trata de un padecimiento por el martirio del presente y por la muerte futura.
La tipología de La Virgen de los Dolores tiene influencias variadas. Por un lado se puede relacionar con la Virgen y la Magdalena del tríptico de la Crucifixión con santos y donantes de Van der Weyden en el Kunsthistorisches Museum de Viena de hacia 1443-4521. Por otro lado tiene conexión con el arte lombardo, la Dolorosa de Solario, que seguramente influye en el ámbito véneto, ejemplo de ello es la Piedad de Piombo en el Museo Civico de Viterbo (1515-16), o las citadas Dolorosas de Tiziano. De Dolorosas moralescas también existen diversos ejemplares. Una se halla en el Hermitage de San Petersburgo y, aunque lleva los mismos hábitos, está pintada con una paleta cromática casi igual, tiene los dedos entrelazados de las manos de forma similar (que volvemos a encontrar en el San Jerónimo de Dublín) y presenta la pose cambiada, hecho que se observa claramente por el movimiento de los hombros y por una posición más frontal. Una postura más próxima, aunque con las manos situadas en una zona más baja, y de calidad inferior (obra de taller o seguidor), es la Dolorosa de la Colección Olga de Sandoval en Barcelona. Por la ropa, la pose y el modelo humano, la Virgen más afín es la que aparece en el Cristo con la cruz a cuestas de la antigua Colección Mayorga en Madrid (actualmente en paradero desconocido). Una misma cara también se puede contemplar en una composición totalmente distinta, concretamente en la santa Ana exhausta del Nacimiento de la Virgen en el Museo del Prado (P07859).
Los Ecce Homo y las Dolorosas de Morales tuvieron gran aceptación, prueba de ello son las múltiples versiones que se conocen, ya sean del propio artista, de su taller o copias. Las obras procedentes del palacio del Pardo (P00942 y P00941) son autógrafas del maestro y nunca se han puesto en duda. Claramente forman un conjunto, pero otra cosa distinta es considerarlas un díptico, ya que en las tablas no hay rastro de bisagras. Se trata de obras de factura soberbia que transmiten el drama con elegancia y hablan directamente al corazón de los fieles sobre las angustias y torturas sufridas por los personajes. Están pintadas con colores fríos (grises, blancos azulados, azules profundos, carmesíes pálidos) sobre un fondo negro y liso, hecho que, junto con la expresividad de los personajes, comunica un patetismo de gran carga emocional, saliendo de la normalidad para entrar en la experiencia mística (Texto extractado de Yeguas Gassó, J. en: El Divino Morales, Museo Nacional del Prado, 2015, pp. 133-136).