Dante pensativo
1908. Bronce, 84,5 x 81,8 cmSala 063B
Los escultores españoles, en su gran mayoría, buscaron fuentes de inspiración en Italia, durante sus estancias en este país, en muchos casos pensionados por diferentes corporaciones. Jerónimo Suñol (Barcelona, 1839-Madrid, 1902) bebió de las fuentes clásicas y renacentistas y culminó su producción realista con una excepcional interpretación de la figura de Dante (1265-1321). Esta obra, un claro ejemplo de las influencias recibidas durante su formación romana, está bien estructurada y compuesta con claridad, equilibrio y armonía. La representación del poeta florentino y autor de La Divina Comedia, aparece pensativo, tocado con una corona de laurel, símbolo de reconocimiento, de fama y de inmortalidad, con el atuendo propio de su época sentado en una silla de tijera (de tipo Savonarola y muy popular en la Florencia renacentista), y en la línea de toda la iconografía de este personaje, en un momento de absorta reflexión y con un libro en la mano izquierda, quizá una referencia a la filosofía o a los textos latinos en los que se refugió. La composición es muy original, noble, ponderada e intimista, con un esmerado tratamiento de los pliegues, vinculado al mundo más romántico. El planteamiento, sobrio, sencillo y claro, ya testimonia su destacada personalidad artística, y prácticamente toda la crítica la considera su obra maestra.
La ejecución de la escultura en escayola tuvo lugar durante su estancia en Roma en 1864. En la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese mismo año obtuvo la medalla de segunda clase. La escultura en bronce que hoy contemplamos, propiedad del Museo del Prado, fue una fundición póstuma en 1908 a petición del director del Museo de Arte Moderno, Alejandro Ferrant, ya que el Museo poseía la escayola original (E951). Aunque durante muchos años el yeso se ha considerado perdido, actualmente se encuentra localizado en el vestíbulo del Instituto Sagasta de Logroño.
La Academia de España en Roma conserva otro ejemplar en yeso policromado, donación del barón de La Barre en 1889. Otra réplica en yeso se conserva en el Museo de Reproducciones Artísticas de Madrid. Otro ejemplar en yeso, más pequeño, se conserva en la Biblioteca de Cataluña (Texto extractado de Azcue, L. en: El siglo XIX en el Prado, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 411-413).