El jardín Aldobrandini en Frascati
Siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 212 x 157 cm. No expuestoLa primera referencia documental de este cuadro es el inventario de 1772 del Palacio del Buen Retiro, donde figura atribuido a Viviano Codazzi (1603/1604-1672) y las figuras a Aniello Falcone (1607-1656). Sin embargo, tradicionalmente se ha considerado que esta vista arquitectónica formaba parte del conjunto de paisajes, con ermitaños y escenas bucólicas, encargados en Roma para la decoración del Buen Retiro, consignados en el inventario de 1701 de dicho palacio. Más aún, desde el trabajo de Barghahn (1986) se ha venido identificando con el asiento que precede a esos paisajes: Una Perspectiva de dos varas y media de alto y siette quartas de ancho de la Yglesia de San Pedro de Roma echo en Roma Con marco tallado y dorado ttasada en sesentta doblones... 3.600, una identificación a todas luces errónea. Dicho asiento debe ser identificado con Interior de la basílica de San Pedro, de Roma, original de Filippo Gagliardus, firmado y fechado en Roma en 1640. Pero además, El jardín de Aldobrandini, en Frascati no puede ser identificado con ninguna de las cuatro vistas arquitectónicas de Viviano consignadas en el inventario de 1701, ni con ninguna otra de las recogidas en ese documento.
Esta pintura ingresa en el Museo como original de Jan Both, atribución que han mantenido los catálogos posteriores, si bien se consideraba que las figuras eran de Jan Miel (1599-1664), hasta el catálogo de 1996, donde se atribuyen a Andries Both (ca. 1612-1641). Valdivieso (1973), Salerno (1977-1978), Barghahn (1986), Capitelli (2005) siguen lo establecido en los catálogos antiguos. Sin embargo, Waddingham (1964) y Burke (1976) defienden la atribución de la escenografía a Viviano Codazzi y de las figuras a Andries Both. Burke (1976) las relaciona con las de la Galería Pallavicini, de Roma.
La formidable campaña de adquisiciones de obras de arte organizada por el conde-duque de Olivares en los años cuarenta del siglo XVII para decorar los amplios espacios del palacio del Buen Retiro de Madrid incluía un número muy notable de paisajes. No podemos precisar cuántos de ellos, poco menos de doscientos, fueron comprados en Flandes o en España, ni cuáles procedían de colecciones particulares o de otros Reales Sitios, pero podemos establecer con certeza, gracias a las obras que se conservan en el Museo del Prado y a los documentos localizados hasta la fecha, que el palacio del Buen Retiro se enriqueció con numerosos paisajes pintados para la ocasión por artistas activos en Roma.
Se encargó como mínimo, una serie de veinticuatro paisajes con anacoretas y una decena de paisajes italianizantes, obras de gran formato realizadas por diferentes artistas. Sólo una parte de estas pinturas han llegado hasta nosotros y en la actualidad se conservan principalmente en el Museo del Prado.
Encargadas entre 1633 y 1641 en Roma, estas pinturas de paisaje componían, una vez expuestas en el Buen Retiro, una temprana antología de ese nuevo pintar del natural que, en años venideros, exportaría a gran parte de Europa una nueva sensibilidad hacia los efectos lumínicos y la atmósfera de la campiña romana, lo que representaba uno de los muchos aspectos de la clasicidad (Texto extractado de Posada Kubissa, T.: Pintura holandesa en el Museo Nacional del Prado. Catálogo razonado, 2009, pp. 191-192; Capitelli, G. en Úbeda de los Cobos, A.: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 241).