Eremita orando
1637 - 1638. Óleo sobre lienzo, 163 x 241,5 cm. No expuestoEste es uno de los más sorprendentes paisajes de eremitas de la llamada primera serie del Buen Retiro, esto es, la formada por pinturas de formato horizontal fechadas hacia 1636-38. Como el resto de sus compatriotas participantes en este encargo (Lorena, Poussin, Dughet), Lemaire pintó para el rey de España la tela más grande de toda su carrera, sin duda como consecuencia de las exigencias de su patrón. Además, se le exigió la presencia de un anacoreta en oración, de rodillas e implorante. La escala de la figura también le vino impuesta, así como su vista de perfil, para mantener cierta unidad con casi toda la serie. El resto de la composición pertenece al vocabulario habitual del artista francés, pues forma un collage de ruinas escultóricas y arquitectónicas de la antigua Roma de indudable valor simbólico. Efectivamente, detrás del anacoreta situó un obelisco excavado en 1630 a instancias del cardenal Francesco Barberini, quien mandó transportarlo dos años más tarde al jardín de su nuevo palacio en el Quirinal. Cuando Lemaire pintó su cuadro, el obelisco se encontraba roto en tres piezas, por lo que probablemente obtuvo esta reconstrucción del dibujo existente en el Museo Cartaceo de Cassiano dal Pozzo. Fue este personaje el mentor de Antonio Bosio, cuya Roma sotterranea (1632) incluía el mausoleo de Santa Costanza, que se aprecia a la derecha y cuyos relieves, todos identificables, también estaban reproducidos en el Museo Cartaceo. Sobre él situó el Vaso Medici, de nuevo presente en el Museo Cartaceo de Cassiano y conservado entonces en la Villa Medici, familia que constituye el segundo referente en esta pintura (junto con Francesco Barberini), quizás por su vocación decididamente filoespañola. Lemaire tomó el resto de las ruinas que ambientan esta pintura de la abundante literatura anticuaria producida en el siglo anterior.
La identidad del anacoreta ha sido largamente discutida. Ciertamente, como en el resto de los eremitas del Retiro, Lemaire renunció a incluir atributos que permitieran identificarlo, lo que explica la existencia de numerosas propuestas, desde San Ignacio de Antioquia a San Pablo eremita en la Tebaida, sin que existan razones determinantes para decidirse por ninguna de ellas.
En la Testamentaria de Carlos II de 1701 se menciona otra pintura de Lemaire, Ruinas (P02323), que posiblemente forme parte de los encargos para el Buen Retiro.
La formidable campaña de adquisiciones de obras de arte organizada por el conde-duque de Olivares en los años cuarenta del siglo XVII para decorar los amplios espacios del palacio del Buen Retiro de Madrid incluía un número muy notable de paisajes. No podemos precisar cuántos de ellos, poco menos de doscientos, fueron comprados en Flandes o en España, ni cuáles procedían de colecciones particulares o de otros Reales Sitios, pero podemos establecer con certeza, gracias a las obras que se conservan en el Museo del Prado y a los documentos localizados hasta la fecha, que el palacio del Buen Retiro se enriqueció con numerosos paisajes pintados para la ocasión por artistas activos en Roma.
Se encargó como mínimo, una serie de veinticuatro paisajes con anacoretas y una decena de paisajes italianizantes, obras de gran formato realizadas por diferentes artistas. Sólo una parte de estas pinturas han llegado hasta nosotros y en la actualidad se conservan principalmente en el Museo del Prado.
Encargadas entre 1633 y 1641 en Roma, estas pinturas de paisaje componían, una vez expuestas en el Buen Retiro, una temprana antología de ese nuevo pintar del natural que, en años venideros, exportaría a gran parte de Europa una nueva sensibilidad hacia los efectos lumínicos y la atmósfera de la campiña romana, lo que representaba uno de los muchos aspectos de la clasicidad (Texto extractado de Úbeda de los Cobos, A.: Roma: Naturaleza e ideal. Paisajes 1600-1650, Museo Nacional del Prado, 2011, p. 201; Capitelli, G. en Úbeda de los Cobos, A.: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 241).