Estuche para jarrito de cristal con niños y asa en forma de sierpes
1690 - 1711. Cuero, Madera, Metal, Tela, 16 x 11,5 cm. No expuestoEste estuche y su pareja (O3032) adoptan la forma de los Jarritos de cristal con niños y asa en forma de sierpes (O75 y O76) para los que fueron creados. La exquisitez de las piezas del Tesoro del Delfín se completa con los estuches diseñados, ex profeso, adoptando la forma de cada una de ellas, lo que permitía su traslado con seguridad y hacer recuentos reconociendo la pieza por la forma del estuche. Tienen un alma de madera, el interior forrado de lana y raso o tafetán, y un sistema de apertura con aldabillas. El exterior es, en su mayoría, de tafilete encarnado, y se adornan con motivos a la manera de las encuadernaciones, de lises y delfines, ruedecillas, rosetas, etc. Esta decoración exterior pudo realizarse en los talleres que encuadernaron los libros del Delfín en París, en el último tercio del siglo XVII y principios del siglo XVIII, tanto para dotar de estuches piezas recién terminadas, como para sustituir estuches deteriorados o unificar el aspecto de la colección.
Los estuches sirvieron para alojar la colección del Tesoro del Delfín que recibe el joven Felipe V, duque de Anjou, tras la muerte de su padre Luis de Borbón (el Delfín de Francia). Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches, posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente. Los estuches de estos vasos de lujo se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.88-89; 147-148.