Guirnalda de flores con rodela escultórica
Hacia 1805. Óleo sobre lienzo, 56 x 46 cm. No expuestoEl presente lienzo, de indudable efectismo ornamental, en razón de la compleja composición que describe, constituida por una rica variedad floral, tres elementos pétreos formalmente diferenciados y una minúscula presencia textil, evidencia fielmente la tendencia a la complicación decorativa que conoció la pintura valenciana de flores según progresaba el siglo XIX.
El elemento más destacado, una moldura de piedra con tres roleos, dos superiores y uno inferior, que se retuercen hacia atrás, evoca similares motivos existentes en la decoración manierista del siglo XVI, que a su vez se inspiraban en los trabajos en cuero, popularizados entonces merced a su difusión por medio del grabado. La figura femenina, de tipología clásica apoyada en un alto jarrón y con una copa en la mano bien pudiera ser Hebe, por sus características. La pieza pretende sugerir una forma escultórica con un bajorrelieve y contrasta poderosamente con el diversificado entorno floral que la rodea en forma de alegre guirnalda a ambos lados y a modo de corona en la parte superior.
Según es frecuente, la base del conjunto es un pedestal, de roto perfil con distintas irregularidades y superficie plana, lo que a su vez permite asentar las flores y otra pieza también de piedra, pero de elaborado frente, sobre la cual la cartela aparece colocada oblicuamente. Curiosamente los tres elementos pétreos están descritos con colores dispares, tal vez para acentuar su diferenciación marcando la personalidad de cada uno.
La estrecha banda de tela bicolor que serpentea en el lienzo puede entenderse como una simple adición decorativa que aligere el agrupamiento por su carácter entre gracioso y sofisticado o, debido a sus colores concretos, como una alusión a la prestigiosa Orden de Carlos III, fundada en el siglo anterior por el soberano que le dio su nombre, y preciada condecoración civil de la monarquía española.
Tal vez exista en la obra una intencionalidad alegórica que por el momento no ha sido descifrada. Recuérdese que el autor del cuadro fue director de la Sala de Flores de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia entre 1837 y 1852, reinando Isabel II (1833-1868), y que a lo largo de su vida oficial desempeñó este cargo, entre otros, con acierto y dedicación, que sólo interrumpió su fallecimiento (Texto extractado de Luna, J. J.: El bodegón español en el Prado. De Van der Hamen a Goya, Museo Nacional del Prado, 2008, p. 152).