Jarrón con los retratos de los emperadores romanos Julio César, Vespasiano, Nerón y Tito
Primer tercio del siglo XVIII. Mármol blanco, 100 x 80 cm. Muguruza P1 Escalera 3Pertenece al conjunto de cuatro jarrones de mármol con tapa, decorados con medallones con retratos de emperadores romanos (O00462, O00464, O00465) que proceden de la quinta del duque del Arco, ubicada en el monte del Pardo a las afueras de Madrid. Esta villa suburbana (entonces llamada Quinta de Valrodrigo) fue adquirida en 1717 por Alonso lo quito Manrique de Lara, (1672-1737), I duque del Arco desde 1718, caballerizo y montero mayor de Felipe V, alcaide de El Pardo, la Zarzuela y la Torre de la Parada, Grande de España y uno de los cortesanos de mayor confianza de soberano. Tras su fallecimiento en 1737, su viuda donó la quinta a la Corona, que no fue aceptada hasta 1745, año en que se realizó un detallado inventario de las numerosas obras de arte de su residencia. Fue incorporada al Real Sitio de El Pardo. Los cuatro jarrones formaban parte de la decoración del jardín de la quinta, estructurado en cuatro niveles, cuya traza se atribuye al francés ClaudioTruchet y que constituye uno de los pocos ejemplos construidos según los nuevos gustos franceses introducidos por Felipe V en la corte, aunque varios autores ven trazas italianas. Estaban colocados sobre pedestales junto a la entrada, en el jardín bajo, en las inmediaciones de un estanque, según describe el inventario redactado en 1745: “cuatro pedestales y en ellos cuatro jarrones redondos con sus tapas de mármol blanco que representan las cuatro partes del mundo y en cada uno de ellos ay cuatro relieves de cabezas de Emperadores Romanos, nominado cada uno en la orla de la circunferencia, y al frente del pedestal hay en cada uno una figura de relieve". Se trata de vasos de líneas muy sencillas, con relieves de perfiles de cabezas de emperadores en cada uno de sus frentes del cuerpo y con la tapa rematada en forma de piña. Respecto a los medallones con relieves de los perfiles de diversos emperadores representados con coronas de laurel, que aparecen identificados con una inscripción, son de buena factura y están basados en las representaciones que aparecían en monedas y camafeos antiguos y que se divulgaron por Europa durante los siglos XVII y XVIII a través de estampas.