La Coronación de la Virgen
Después de 1521. Óleo sobre tabla, 23 x 19 cm. Sala 051En tan reducidas proporciones, el pintor logra reunir treinta y seis figuras religiosas. En los márgenes aparecen los cuatro evangelistas; Adán y Eva, acompañados de san Joaquín y santa Ana, flanquean al grupo principal de la Virgen siendo coronada por Dios Padre e Hijo, con la paloma del Espíritu Santo en lo alto. En el siguiente nivel se hallan, entre otros, profetas y reyes como prefiguración de Cristo, a los que siguen santos mártires. Por debajo, los Padres de la Iglesia latina y santos fundadores principales, sustituyéndose la figura de santo Domingo de Guzmán por la del valenciano san Vicente Ferrer, indudable alusión del artista a su tierra natal. Cierran la composición tres importantes santas, representantes de las órdenes franciscana, benedictina y dominica.
El tono algo rudo de la pintura de Masip queda patente no obstante la suavidad y ligereza de las líneas, a pesar de lo cual el conjunto no carece de solemnidad. Las nubes son duras, sólidas, acartonadas. Hasta muchas de las figurillas tienen un aspecto severo y un poco tosco que se refleja en muchos fragmentos de Segorbe. Se advierte una espontaneidad sincera y un tanto vulgar que el artista contrarresta con algunas notas de misticismo, ladeando las cabezas, entreabriendo los labios o poniendo los ojos desviados y en blanco. Se aprecia también un italianismo superficial. Todavía está lejos de las conquistas renacentistas, mejor o peor asimiladas, que representan ciertas tablas de Segorbe. El fondo del cuadro emparenta directamente con el arte valenciano de la segunda mitad de la anterior centuria. En ciertos tipos recuerda al Maestro de Perea: la figura de Jesucristo está muy cerca del Santiago que estaba en el Museo Diocesano de Valencia, o el San Juan Bautista de colección particular valenciana que reproduce Post, atribuyéndolos a dicho maestro anónimo. Pero todavía parece estar en conexión más íntima con ciertas figuras del Maestro de Artés, como por ejemplo el San Juan Bautista representado en el remate del Juicio Final del Museo de Valencia. Otros rostros traen a la memoria tipos característicos del joven Osona, por su expresión ingenua y sus labios anchos. Se trata por tanto de una obra, más vinculada al arte valenciano del siglo XV que a las nuevas manifestaciones renacentistas, con un pintor que evoluciona lentamente entre estos dos polos (Texto extractado de La Belleza Cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado, Museo Nacional del Prado, Obra Social la Caixa, 2014, p. 55; Albi, J.: Joan de Joanes y su círculo artístico, Tomo I, 1979, pp. 102-106).